lunes, 25 de junio de 2012
EL PADRE NUESTRO
Evangelio según San Mateo 6,7-15.
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
PATER NOTER / OUR FATHER
viernes, 22 de junio de 2012
AÑO LITURGICO
ORIGEN DEL AÑO LITURGICO
Las fiestas cristianas han surgido paulatinamente a través de los siglos. Estas nacen de un deseo de la Iglesia Católica de profundizar en los diversos momentos de la vida de Cristo. Se comenzó con la fiesta del Domingo y la Pascua, luego se unió Pentecostés y, con el tiempo, otras más. Los misioneros, al evangelizar, fueron introduciendo las fiestas cristianas tratando de dar un sentido diferente a las fiestas paganas del pueblo en el que se encontraban. Podemos compararlo con una persona que recibe un regalo con una envoltura bonita, la cual guarda y utiliza posteriormente para envolver y dar otro regalo. La Iglesia tomó de algunas fiestas paganas las formas externas y les dio un contenido nuevo, el verdadero sentido cristiano.
La primera fiesta que se celebró fue la del Domingo. Después, con la Pascua como única fiesta anual, se decidió festejar el nacimiento de Cristo en el solsticio de invierno, día en que numerosos pueblos paganos celebraban el renacimiento del sol. En lugar de festejar al “Sol de Justicia”, se festeja al Dios Creador. Así, poco a poco, se fue conformando el Año litúrgico con una serie de fiestas solemnes, alegres, de reflexión o de penitencia.
La liturgia es la manera de celebrar nuestra fe. No solo tenemos fe y vivimos de acuerdo con ella, sino que la celebramos con acciones de culto en las que manifestamos, comunitaria y públicamente, nuestra adoración a Jesucristo, presente con nosotros en la Iglesia. Al vivir la liturgia, nos enriquecemos de los dones que proceden de la acción redentora de Dios.
La liturgia es el conjunto de signos sensibles, eficaces, de la santificación y del culto a la Iglesia. Es el conjunto de la oración pública de la Iglesia y de la celebración sacramental.
Liturgia viene del griego leitourgia, que quiere decir servicio público, generalmente ofrecido por un individuo a la comunidad.
El Concilio Vaticano II en la “Constitución sobre la Liturgia” nos dice:
“La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro".
La liturgia es la acción sagrada por excelencia, ninguna oración o acción humana la puede igualar por ser obra de Cristo y de toda su Iglesia y no de una persona o un grupo. Es la fuente de donde mana toda la fuerza de la Iglesia. Es la fuente primaria y necesaria de donde deben beber todos los fieles el espíritu cristiano. La liturgia invita a hacer un compromiso transformador de la vida, realizar el Reino de Dios. La Iglesia se santifica a través de ella y debe existir en la liturgia por parte de los fieles, una participación plena, consciente y activa.
Cada celebración litúrgica tiene un triple significado:
1. Recuerdo: Todo acontecimiento importante debe ser recordado. Por ejemplo, el aniversario del nacimiento de Cristo, su pasión y muerte, etc.
2. Presencia: Es Cristo quien se hace presente en las celebraciones litúrgicas concediendo gracias espirituales a todos aquellos que participan en ellas, de acuerdo a la finalidad última de la Iglesia que es salvar a todos los hombres de todos los tiempos.
3. Espera: Toda celebración litúrgica es un anuncio profético de la esperanza del establecimiento del Reino de Cristo en la tierra y de llegar un día a la patria celestial.
El Año litúrgico es el desarrollo de los misterios de la vida, muerte y resurrección de Cristo y las celebraciones de los santos que nos propone la Iglesia a lo largo del año. Es vivir y no sólo recordar la historia de la salvación. Esto se hace a través de fiestas y celebraciones. Se celebran y actualizan las etapas más importantes del plan de salvación. Es un camino de fe que nos adentra y nos invita a profundizar en el misterio de la salvación. Un camino de fe para recorrer y vivir el amor divino que nos lleva a la salvación.
Los Tiempos litúrgicos
El Año litúrgico está formado por distintos tiempos litúrgicos. Estos son tiempos en los que la Iglesia nos invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de los misterios de la vida de Cristo. Comienza por el Adviento, luego viene la Navidad, Epifanía, Primer tiempo ordinario, Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo tiempo ordinario y termina con la fiesta de Cristo Rey.
En cada tiempo litúrgico, el sacerdote se reviste con casulla de diferentes colores:
Blanco significa alegría y pureza. Se utiliza en el tiempo de Navidad y de Pascua
Verde significa esperanza. Se utiliza en el tiempo ordinario
Morado significa luto y penitencia. Se usa en Adviento, Cuaresma y Semana Santa
Rojo significa el fuego del Espíritu Santo y el martirio. Se utiliza en las fiestas de los santos mártires y en Pentecostés.
El Adviento es tiempo de espera para el nacimiento de Dios en el mundo. Es recordar a Cristo que nació en Belén y que vendrá nuevamente como Rey al final de los tiempos. Es un tiempo de cambio y de oración para comprometernos con Cristo y esperarlo con alegría. Es preparar el camino hacia la Navidad. Este tiempo litúrgico consta de las cuatro semanas que preceden al 25 de diciembre, abarcando los cuatro domingos de Adviento.
Al terminar el Adviento, comienza el Tiempo de Navidad, que va desde la Navidad o Nacimiento, que se celebra el 25 de diciembre y nos recuerda que Dios vino a este mundo para salvarnos.
La Epifanía se celebra cada 6 de enero y nos recuerda la manifestación pública de Dios a todos los hombres. Aquí concluye el Tiempo de Navidad.
El Primer tiempo ordinario es el que va de la fiesta de la Epifanía hasta inicio de Cuaresma. En el Primer y Segundo tiempo ordinario del Año litúrgico, no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de Cristo. En ambos tiempos se profundizan los distintos momentos históricos de la vida de Cristo para adentrarnos en la historia de la Salvación.
La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante los cuarenta días anteriores al Triduo Pascual. Es tiempo de preparación para la Pascua o Paso del Señor. Es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Es tiempo para la conversión del corazón.
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Resurrección. En el Triduo Pascual se recuerda y se vive junto con Cristo su Pasión, Muerte y Resurrección.
El Domingo de Pascua es la mayor fiesta de la Iglesia, en la que se celebra la Resurrección de Jesús. Es el triunfo definitivo del Señor sobre la muerte y primicia de nuestra resurrección.
El Tiempo de Pascua es tiempo de paz, alegría y esperanza. Dura cincuenta días, desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, que es la celebración de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. En esta fiesta se trata de abrir el corazón a los dones del Espíritu Santo.
Después de Pentecostés sigue el Segundo tiempo ordinario del año litúrgico que termina con la fiesta de Cristo Rey.
El eje del Año litúrgico es la Pascua. Los tiempos fuertes son el Adviento y la Cuaresma.
Durante el Adviento, Navidad y Epifanía se revive la espera gozosa del Mesías en la Encarnación. Hay una preparación para la venida del Señor al final de los tiempos: “Vino, viene y volverá”.
En la Cuaresma, se revive la marcha de Israel por el desierto y la subida de Jesús a Jerusalén. Se vive el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo: “Conversión y meditación de la palabra de Dios”.
En el Tiempo Pascual se vive la Pascua, Ascensión y Pentecostés en 50 días. Se celebra el gran domingo: “Ha muerto, vive, ¡Ven Señor Jesús!
En los tiempos ordinarios, la Iglesia sigue construyendo el Reino de Cristo movida por el Espíritu y alimentada por la Palabra: “El Espíritu hace de la Iglesia el cuerpo de Cristo, hoy ”.
Los cambios de fechas en algunas fiestas del Año litúrgico.
El Año litúrgico se fija a partir del ciclo lunar, es decir, no se ciñe estrictamente al año calendario. La fiesta más importante de los católicos, la Semana Santa, coincide con la fiesta de la "pascua judía" o Pesaj, misma que se realiza cuando hay luna llena. Se cree que la noche que el pueblo judío huyó de Egipto, había luna llena lo que les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón.
La Iglesia fija su Año litúrgico a partir de la luna llena que se presenta entre el mes de marzo o de abril. Por lo tanto, cuando Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos, respetando la tradición judía de celebrar la pascua - el paso del pueblo escogido a través del Mar Rojo hacia la tierra prometida - debía de haber sido una noche de luna llena. Hecho que se repite cada Jueves Santo.
La Iglesia marca esa fecha como el centro del Año litúrgico y las demás fiestas que se relacionan con esta fecha cambian de día de celebración una o dos semanas.
Las fiestas que cambian año con año, son las siguientes:
· Miércoles de Ceniza
· Semana Santa
· La Ascensión del Señor
· Pentecostés
· Fiesta de Cristo Rey
Ahora, hay fiestas litúrgicas que nunca cambian de fecha, como por ejemplo:
· Navidad
· Epifanía
· Candelaria
· Fiesta de San Pedro y San Pablo
· La Asunción de la Virgen
· Fiesta de todos los santos
miércoles, 13 de junio de 2012
NO HE VENIDO A ABOLIR LA LEY, SINO A DAR CUMPLIMIENTO Comentario por JUAN PABLO II en la Sinanoga de Roma en 1986
Evangelio según San Mateo 5,17-19.
No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Comentario del Evangelio por :
Beato Juan Pablo II
Discurso en la sinagoga de Roma 13/04/1986 (trad. ec.aciprensa.com)
No he venido a abolir la Ley sino a darle plenitud
La visita de hoy quiere aportar una decidida contribución a la consolidación de las buenas relaciones entre nuestras comunidades... Somos todos conscientes de que entre las muchas riquezas de este número de "Nostra Aetate"... El primero es que la Iglesia de Cristo descubre su "relación" con el Judaísmo "escrutando su propio misterio" .La religión judía no nos es "extrínseca", sino que en cierto modo, es "intrínseca" a nuestra religión. Por tanto tenemos con ella relaciones que no tenemos con ninguna otra religión. Sois nuestros hermanos predilectos y en cierto modo se podría decir nuestros hermanos mayores.
Además, se debe decir que el camino emprendido se halla todavía en sus comienzos, y que por tanto se necesitará todavía bastante tiempo, a pesar de los grandes esfuerzos ya hechos por una parte y por otra, para suprimir toda forma, aunque sea inconsciente, de prejuicios, para adecuar toda manera de expresarse y por tanto para presentar siempre y en cualquier parte, a nosotros mismos y a los demás, el verdadero rostro de los judíos y del Judaísmo como también de los cristianos y del Cristianismo... A nadie se le oculta que la divergencia fundamental desde los orígenes es la adhesión de nosotros los cristianos a la persona y a la enseñanza de Jesús de Nazaret, hijo de vuestro pueblo, del cual nacieron también la Virgen María, los Apóstoles, "fundamento y columnas de la Iglesia"(cf Ga 2,9), y la mayoría de los miembros de la primera comunidad cristiana... Es preciso decir, además, que las vías abiertas a nuestra colaboración a la luz de la herencia común que procede de la Ley y de los Profetas, son varias e importantes... Queremos recordar sobre todo una colaboración en favor del hombre, de su vida desde la concepción hasta la muerte natural, de su dignidad, de su libertad, de sus derechos, de su desarrollo en su sociedad no hostil, sino amiga y favorable, donde reine la justicia y donde en esta nación, en los continentes y en el mundo, sea la paz la que impere, el shalom auspiciado por los Legisladores, por los Profetas y por los Sabios de Israel.
Tratemos en cuanto sea posible de hacerlo juntos, que de esta visita mía y de esta concordia y serenidad conseguidas surja, como el río que Ezequiel vio surgir de la puerta oriental del Templo de Jerusalén (cf. Ez 47, 1ss.), un torrente fresco y benéfico que ayude a sanar las plagas que Roma sufre. Al hacer esto, me permito decir, seremos fieles a nuestros respectivos compromisos más sagrados, pero también a aquel que más profundamente nos une y nos reúne: la fe en un solo Dios que "ama a los extranjeros" y "hace justicia al huérfano y a la viuda" (cf. Dt 10,18), comprometiéndonos también nosotros a amarlos y socorrerlos (cf. ib., y Lev 19, 18,34). Los cristianos han aprendido esta voluntad del Señor de la Torá, que vosotros aquí veneráis, y de Jesús, que ha llevado hasta extremas consecuencias el amor pedido en la Torá.
martes, 12 de junio de 2012
TESTIMONIO DE UN JOVEN QUE SABE DECIR "NO"
Fragmento de un diario
Copio algunas líneas del diario de vida de un estudiante de segundo medio, de la capital. Verás en ellas dos tipos: el uno, ligero, holgazán, que se deja llevar por la corriente que le arrastra, y el otro, que con carácter de acero, sabe pronunciar el “no”.
“Ayer fui a visitar a Gamarza; pero creo que pasaré mucho tiempo sin repetir la visita. Martínez también insistía, y tanto me insistía, que accedí por fin, aunque, Dios sabe por qué, hace ya tiempo que me siento alejado y extraño a él. Sobre todo desde que al final de una clase de religión dijo cínicamente a los muchachos: “La religión es para los niños, no para los jóvenes”.
Antes de todo tengo que decir algo de su pieza. No es posible ver tanto desorden, ni en pleno mercado. Toco el timbre. Un empleado abre la puerta: “El señorito está estudiando en su cuarto. Sírvase pasar...”.
En las habitaciones todo delata la riqueza y el bienestar: grandes cuadros en las paredes, alfombras persas cada una más bonita que la otra cubriendo el suelo.
Toco a la puerta del “señorito”. Parece que debe estar muy concentrado estudiando, porque no se oye respuesta alguna. Abro la puerta en silencio. Está tumbado nuestro amigo Gamarza sobre un número de una revista de deportes, pero duerme. Debajo de la revista está el libro de historia, abierto, para que en caso de que entrara su papá, pueda hacer rápidamente el cambio. En este momento no lo habría logrado...
Antes de despertar al “estudiante” aplicado, paso una rápida mirada a su pieza. Sobre el escritorio están dispersos los siguientes “instrumentos de trabajo”: un trozo de pelota de fútbol, que alguna vez se usó, perforado y manchado en tinta; a su lado una sierra de las que usamos en las clases de manualidades, un bombín para inflar las ruedas de alguna bicicleta, y un solo guante. Además, cerca del escritorio, veo un computador y un poco más allá un televisor. Luego veo una regla que ha sufrido el vandalismo del cuchillo, una goma y unos videojuegos, después del cuaderno de matemáticas. En otra parte una pistola a fogueo, un sacacorchos, un encendedor y la mitad de un diccionario; la otra mitad está debajo de la mesa.
A derecha e izquierda, diferentes libros: el Quijote, de Cervantes; Sub-Terra, de Baldomero Lillo, algunos tomos de Pablo Neruda y por último El Cuervo, de Edgar Allan-Poe, mezclados, en el mayor desorden. En medio de todos, por aquí y por allá, asoman los libros de álgebra y de gramática inglesa. Un trozo de lápiz que conserva las huellas de los dientes y cuatro boletos del bus urbano completan el paisaje. Y en medio de todas estas cosas, Gamarza duerme con tranquilidad. “¡Dios mío – se me ocurrió -, si el interior de este muchacho será también tan desordenado!”
Pero en esto ya se había despertado. Con un movimiento instintivo agarró la revista para cambiarla por el libro de historia; pero en cuanto notó, que no era su papá el que entraba, con refinada elegancia me tendió la mano:
- ¡Ah! ¿Eres tú? ¡Hola! ¡Hola! Siéntate. Enciende. Son egipcios auténticos – y con movimiento elegante sacó del escondite de un cajón, un puñado de cigarrillos.
- Gracias. No fumo. ¿A ti te dejan? ¿Quién te los ha dado?
- Los tomé de los de mi papá... es decir... me los dio... mejor dicho... de ahí vienen. ¿Tú no fumas todavía? ¡Qué santito eres! Natural; así son los niños; todavía no hacen lo que “no está permitido”.
Algo hervía en mí, pero me vencí y contesté con tranquilidad:
- Ciertamente, lo que mis padres me prohíben, no lo hago. Hasta ahora, siempre he podido convencerme de que tenían razón. Pero no es sólo por no tener permiso que no fumo, sino también por convicción. Y soy consecuente con mis convicciones.
Después empezó a hablar de su veraneo, de su motocicleta. Contó además muchas cosas necias y hasta llegó a soltar chistes de muy mal gusto, a pesar de ver bien claro que yo no me reía. Pero en cuanto sacó de sus libros, fotografías de mujeres casi desnudas y empezó a presumir de sus conquistas, me levanté y lo dejé plantado. La ira que hace tiempo ardía en mí, se desbordó y fue una muestra de dominio de mí mismo no decirle más que esto: “Pero, yo creía que me habías invitado a pasar un rato de sano y honesto entretenimiento...”.
Después de esta triste visita tuve que buscar la frescura del aire libre. Una fuerza inexplicable me empujaba hacia el aire puro de una noche serena. Era una noche de invierno, las estrellas parpadeaban con una luz fría. Me paseaba solo de abajo arriba, cuando mi alma intranquila se levantó hacia el cielo y, como en un rezo, exclamó: “¡Oh, estrellas! Ustedes son puras, resplandecientes y nítidas en su luz. ¡Cuánto barro en la tierra y qué míseras las almas!... y fui errando largo rato con mis pensamientos absorto en las purezas eternas.
Esta es la historia de mi primera visita a Gamarza; pero lo tengo por seguro que no se repetirá...”.
(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)
martes, 5 de junio de 2012
¿SABES DECIR “NO”?
Sin el arte de decir “no”, es imposible que haya un joven de carácter. Cuando los deseos, las pasiones de los instintos se arremolinan en ti, cuando después de una ofensa, la lava encendida bulle en ti y se prepara a una erupción a través del cráter de tu boca, cuando la tentación del pecado te muestra sus atractivos, ¿sabes entonces con gesto enérgico pronunciar la breve y decisiva palabra “no”? Entonces no habrá erupción. No habrá precipitación. No habrá golpes. No habrá pelea.
César quiso acostumbrarse a no hablar precipitadamente. Pesaba las palabras de antemano, contando hasta veinte en sus adentros, antes de dar una respuesta. Excelente medio. ¿Para qué sirve? Para que nuestro mejor “yo”, nuestra comprensión más equitativa pueda hablar, después de sentirse abrasado por un momento por la llamarada de los sentidos.
Por un espléndido camino nevado se deslizaba un joven en ski. Al final de la colina se abría un profundo precipicio. El joven iba volando hacia abajo, lanzado como una flecha. Pero he aquí que, delante del precipicio, con una técnica admirable, se para de repente y se mantiene ahí en el borde de la cima como una columna de granito. ¡Bravo! ¡Estupendo! ¿Dónde lo has aprendido? “¡Ah! – contesta el muchacho - no he empezado ahora. Al principio tuve que ensayarlo muchísimas veces para detenerme, en las más suaves pendientes”.
También el camino de la vida es una especie de carrera de ski, con innumerables precipicios. Y todos caen y todos van al abismo, si no han hecho prácticas de parase infinitas veces, plantados como columnas de mármol, y responder con un recio y rotundo “no” a las turbulentas tempestades de las pasiones.
El ejercicio de la voluntad no es otra cosa que el prestar una ayuda sistemática al espíritu en la guerra de libertad que debe sostener contra el dominio tiránico del cuerpo. Quien se incline, sin decir una palabra, a cualquier deseo que se asome a su instinto, perderá el temple de su alma y su interior será la presa de fuerzas encontradas. Ahora comprenderás la palabra del Señor: “El reino de los cielos se logra a viva fuerza y los esforzados son quienes lo arrebatan”. (1)
Primera condición del carácter: guerra contra nosotros mismos y orden en el follaje salvaje de nuestras fuerzas instintivas.
Durante la Primera Guerra Mundial se repitió mucho este lema: “La mejor defensa es el ataque”. En efecto, quien empieza la ofensiva lleva gran ventaja. También en el gran combate del alma, conservarás tanto mejor tu carácter, cuanto más y mayores sean tus luchas. Debes atacar día tras día, aunque sólo sea en pequeñas contiendas, al ejército enemigo que tiene sus cuarteles plantados en tu interior, y cuyo nombre es pereza, comodidad, desamor, capricho, glotonería, fiscalización...
Temo que ni siquiera puedas concebir cuán alto ejemplo de propio dominio dio Abauzit, sabio naturalista de Ginebra. Durante veintidós años estuvo midiendo la presión del aire, anotándola cuidadosamente. Un día entró en la casa una nueva empleada, que empezó por hacer “gran limpieza” en la sala de estudio. Llega el sabio y pregunta a la muchacha: “¿Dónde están los papeles que tenía aquí debajo del barómetro?” – “¿Estos señor? Estaban tan sucios que los he quemado, pero los he cambiado por otros completamente limpios”. Pues bien. Piensa lo que tú habrías hecho en semejante caso. Y, ¿qué dijo él? Cruzó los brazos; por un momento pudo adivinarse la tempestad que rugía, y después dijo con sosiego: “Has destruido el trabajo de veintidós años. De hoy en adelante no tocarás nada en este cuarto”.
Prueba, a ver si en cosas menos importantes puedes guardar la serenidad.
¿Sabes por qué fuman muchos muchachos, aunque saben que es una pasión completamente inútil? ¿Porque les “gusta”? ¡Qué va a gustarles! Porque también los otros fuman. ¿Por qué manifiesta con voz retumbante este joven un juicio despectivo en todas las cuestiones? Porque los otros también lo hacen. ¿Por qué es flojo y apático? Porque también los otros lo son.
Se necesita gran vigor espiritual para que te atrevas a defender tu parecer y tus principios de moral, aun en medio de una sociedad de un pensar completamente diferente. Es necesaria una valentía muy rigurosa para que no reniegues ni una pizca de tu convicción religiosa por amor a nadie. Pero a quien le falta esta valentía, es de carácter débil y no puede llamarse joven de carácter.
Sin embargo, hay jóvenes que en el combate, se lanzarían con heroísmo contra todo un pelotón de soldados enemigos, pero se avergüenzan de confesar con valentía sus creencias en medio de la gente por el “qué dirán”. Hay muchos que, a pesar de su alto concepto de moralidad, se divierten con historias indecentes y hasta ellos mismos cuentan algunas, porque “los otros también lo hacen”.
Quien tenga carácter, no preguntará: “¿Cómo habla el otro?... Yo también hablaré de la misma manera”. Quien tenga carácter no mirará: “¿Qué hace el otro?... Yo haré lo mismo”.
La flor abre sus pétalos al rayo del sol de la mañana y no mira qué hacen las demás flores, y baña su cabecita en el caliente mar de luz. ¡De cara al sol! – es lo que dice el joven de carácter. El águila no espía con temor a las demás aves, para ver si también ellas le siguen hacia arriba, sino que se lanza a las alturas serenas y puras, de cara al sol. "Ad astra", “hacia arriba”, debe ser también el lema del joven de carácter.
Es una suerte si puedes pronunciar, cuando es necesario, el “no” enérgico.
¡No! – debes decir a tus compañeros cuando ellos te incitan a cosas prohibidas.
¡No! – debes gritar a tus instintos, cuando ciegamente te abruman.
¡No! – debes gritar a todas las tentaciones que adulando, quieren envolverte en sus telarañas.
(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)
(1) Mt 11, 13
lunes, 4 de junio de 2012
GIRL IN PROGRESS.......ME DEJO PENSANDO....
Desde hace unos 20 y tantos anos no asisto a las salas de cine porque casi todos poseemos un DVD player y un televisorcito para disfrutar de una buena pelicula en la comodidad del hogar. Involuntariamente me dispuse mirar esta pelicula que se estaba exhibiendo este fin de semana, al igual que la pelicula que me saco de la casa Greater Glory.
Lamentablemente cuando llegue al cine y al comprar el boleto para disfrutar de Greater Glory, la encargada me notifico que esa era la unica pelicula de las que se estaban exhibiendo que no era subtitulada y queriendo comprender todos los momentos de mi pelicula, pense que ya habia manejado bajo el inclemente sol, (sali de la casa a las 12:00 porque estaba programada a la 1:00 pm)y rapidamente pense en pedir entrada para Girl in Progress que me llamaba mas la atencion que las demas posibles.
Se desarrolla en Seatle, ciudad que ,no conozco, pero se que esta en la costa noroeste de los Estados Unidos. La madre del caso trabaja en un restaurante de mariscos, de los que deben abundar en esos sitios como en Maryland, donde por todos lados venden crab cakes, crabs, langostas, etc. El restaurante esta en la costa, donde la brisa marina juega con el cabello de las personas, se antoja meterse uno en la pantalla y gozar de ese lugar.
El tema es el eterno desear de los adolescentes de vivir intensamente esa etapa de la vida y llegar a la vida "independiente" de la juventud, pero en esta ocasion, motivada, acelerada por la "ausencia" de una madre bastante ocupada en su vida, dejando a un lado atender las cosas de su hija, quien ademas de ser testigo de la historia de la madre, en reaccion rebelde, quiere repetir esa historia precozmente.
Digo precozmente, pero en estos tiempos es como la "moda". Cada vez mas se ven a las ninas que pasan la pubertad muy rapidamente, la queman y empiezan la vida adulta siendo jovencitas, enfrentando al mundo sn estar preparadas ni emocionalmente, ni espiritualmente, ni academicamente.
En esa etapa de adolescente, es primordial el estar "presente" y usando el sexto sentido de la madre, el usar la experiencia espiritual, emocional, academica y todos los conocimientos que a lo largo de su vida ha vivido la madre para guiar sutilmente a su hija por esa etapa maravillosa donde se despiertan los sentido poco a poco, donde se suena despierta y la maldad no es conocida aun.
No es pelicula para ser nominada, pero nos lleva a reflexionar a las madres y abuelas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)