lunes, 6 de agosto de 2012

HOJAS EN ALAS DEL VIENTO

"EL JOVEN DE CARACTER"


Obstáculo grande para la formación del carácter es la vida agitada, la marcha desenfrenada y los millares y millares de estímulos que nos brinda la época actual; todo lo cual no favorece por cierto a la tranquila formación del carácter. Feliz el joven que, aun hoy día, puede consagrar largos ratos al cultivo de su desarrollo espiritual y cada noche, durante un rezo, encuentra la ocasión de bajar algunos momentos al fondo de su conciencia y descubrir si en su alma de cristal cuidadosamente guardada, se han aglomerado o no moléculas nocivas, polvo de pecado, o quizás piedras, si no ya rocas. Quien va con la corriente un día y otro día, sin cuidado, sin preocupación, no llegará a conocerse nunca.



¡Qué estado más digno de compasión! Son innumerables los estudiantes de hoy que conocen las regiones de Alaska y saben recitar sin una falta los ríos que desembocan en el Yang-Tse-Kiang. Sin embargo, ¡no conocen su propia alma! Porque si la conocieran, se espantarían de la selva tupida que forman la hiedra y la enredadera chupando la savia vital, y por donde corren en tropel las fieras sanguinarias de las pasiones sin freno, fieras que llegan a destrozar en sus inicios la vida que se despliega.



Estos jóvenes no serán independientes ni siquiera en la edad madura, sino que las olas de bajos intereses materiales, de miramientos humanos y de violentas pasiones, los estrellarán contra las rocas de la vileza, como el viento cortante de invierno, remueve los millares y millares de hojas de los árboles, muertas, secas, caídas. ¡Hojas en alas de viento! ¡Pobres almas!



Estos jóvenes, ya hombres, serán como trozos de madera que, arrojados al impetuoso río, son arrastrados por la corriente del agua, sin saber a dónde ni por qué.



Serán como corderos que a centenares corren, sin tino ni concierto, detrás de su guía que lleva el cencerro.



Serán como veleta en la cúspide de la torre, volviéndose acá, girando allá, sin saber cuáles son los vientos que los muevan. ¡Hojas en las alas del viento! ¡Pobres almas!



(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)







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