No cambiaría mi amada familia, ni a mis sorprendentes amigos, ni mi maravillosa vida, por menos cabellos canosos y un estómago plano.
Estoy en mi derecho de ser un poco desordenada, ser extravagante y oler las flores.
He visto algunos queridos amigos irse de este mundo, antes de haber disfrutado la libertad que viene con hacerse viejo.
Me siento orgullosa por haber vivido lo suficiente para que mis cabellos se vuelvan grises y por conservar la sonrisa de mi juventud, antes de que aparezcan los surcos profundos en mi cara.
Cuando se envejece, es más fácil ser positivo. Te preocupas menos de lo que los demás puedan pensar.
Ahora bien, con sinceridad puedo decir:
¡Me gusta ser vieja, porque me ha dado mi libertad!
Me gusta la persona en la que me he convertido. No voy a vivir para siempre, pero mientras esté aquí,
no perderé tiempo en lamentarme por lo que pudo ser, o preocuparme de lo que será.
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