martes, 4 de septiembre de 2012

ADMINISTRANDO EL TIEMPO


¿Cómo lograr un programa óptimo del tiempo?, sería el tema a desarrollar. Las diferentes corrientes de la administración del tiempo han partido de un principio erróneo, el tiempo no se puede administrar, más bien, nosotros tenemos que administrarnos en relación al tiempo. Éste pasa inexorablemente, el aprovecharlo depende exclusivamente de nosotros, insisto, invertirlo o gastarlo, y para ello es necesario ubicarnos en los siguientes cuadrantes.










Cuadrante I

Urgente es todo aquello que tenemos que atender de inmediato, que no puede esperar, de lo contrario las consecuencia pueden ser adversas: pagar al personal, asistir al médico, una reunión de trabajo donde se tomarán decisiones importantes, ser testigo en una boda, celebrar el cumpleaños de la suegra, etc. El tiempo sigue corriendo y tenemos que apresurarnos pues él no nos va a esperar y los nubarrones se ciernen sobre nosotros, son los clásicos bomberazos, apaga fuegos, problemas en ese momento inevitables, que nos exigen una respuesta inmediata y el no hacerlo nos ubica como irresponsables.



Cuadrante II

Que por su importancia trasciende en forma significativa en el futuro, que puede ser a corto o largo plazo, provienen más de proyectos que de problemas, de prever en lugar de lamentar, de adelantarnos a los acontecimientos, el construir a tiempo el futuro, es la expresión más adecuada de “invertir el tiempo”. En este campo cae la educación de nuestros colaboradores, en la medida que invirtamos en su preparación tendremos menos fallas y, por lo tanto, menos problemas urgentes que atender; el fincar los principios y valores de la familia, el tener la presencia y la tutela oportuna de nuestros hijos nos evitará muchos dolores de cabeza; el solidificar y alentar la amistad nos darán amigos de por vida; el cuidar la salud nos evitará entrar al departamento de urgencias médicas; el invertir en nuestra preparación asistiendo a programas de desarrollo, en busca permanente del crecimiento intelectual, nos mantendrá en forma, para aprovechar las oportunidades. En la medida en que se invierte tiempo en el cuadrante II se disminuye la atención y presencia en el cuadrante de las urgencias; el tiempo que se dedique al crecimiento espiritual, enriqueciendo valores de orden superior, facilitará el manejo de las situaciones conflictivas y adversas, dotándonos de una fortaleza interior capaz de soportar las cargas más pesadas. En este cuadrante se ubican la definición de los objetivos a lograr, las estrategias para alcanzarlos, la misma definición de la misión existencial, y cuáles deben ser mis valores vertebrales, así como el tiempo que debo dedicar al desarrollo personal. En síntesis, en este cuadrante se ubican todas las tareas a realizar que trascienden en nuestras relaciones en el trabajo, pareja, familia, social y personal. Es el cuadrante vital para lograr nuestros propósitos nucleares y por ende, la plena realización.



Cuadrante III

Urgente y no importante. Un sinfín de ocupaciones que no tienen trascendencia alguna: críticas, chismes, interrupciones sin sentido, charla sin contenido, actividades que nos ocupan tiempo, pero que su impacto es nulo en beneficio propio y de los demás; cócteles, asistir a reuniones en las que se abordan temas sin fondo alguno, es un espacio que a mucha gente le gusta tener, cree que “hace y logra mucho”, aunque sin resultado alguno, y es urgente porque nos apremia o nos autopresiona el hacerlas, aun cuando quedemos frustrados, pues estamos haciendo lo que no deseamos y permanecemos donde no queremos estar, entramos al terreno de las ansias, de esa desesperación consciente o inconsciente que nos ubica en el mundo de los ansiolíticos, nos preocupamos de todo y nuestra salud empieza a sufrir daños considerables: taquicardia, úlcera, gastritis, etc. Es un cuadrante falso que puede llegar a ser mortal.



Cuadrante IV

No urgente y no importante. En este espacio ubicamos el hoyo negro de nuestra existencia, las formas mortales de gastar nuestro tesoro más preciado: el tiempo, que se fue por la cañería y que perdimos inútilmente y que, además nunca lo vamos a recuperar. La modernidad nos ha llevado a un consumo indiscriminado de información, la radio nos atiborra de información, pero al final de varias horas matutinas de noticias terminamos más confundidos, neuróticos y sin conclusión alguna. Aquí se ubica una de las drogas más nefastas que a diario recibe nuestro cerebro, la única droga que se enchufa: la televisión.



Miguel Ángel Cornejo
Fuente: Enciclopedia de la Excelencia
Compromiso para ser un líder
Tomo I, pág. 339

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