martes, 25 de septiembre de 2012

NO TENGO SUERTE


Muchos jóvenes, si han fracasado en la escuela, desanimados suspiran: “Es inútil; no tengo suerte”. Y si alguno de sus compañeros adelanta, en seguida tienen preparado el veredicto: “¡Claro! Siempre tiene suerte este tipo”.


Y sin embargo, el éxito no es tan sólo cuestión de suerte; y quien de la suerte espera el éxito, en vano esperará con la boca abierta el pollo asado, trinchado y servido. El que quiera lograr algo en la vida, no haga reproches a la suerte, sino tome la ocasión por los pelos y no la suelte.

¿No tienes toda una cuadrilla de obreros que trabaja para ti? Ahí están tus dos brazos vigorosos, tus diez dedos hábiles, tus pies incansables, tus ojos agudos, tus oídos despiertos…, todos ellos están dispuestos a trabajar para ti. Y tienes además tu cerebro refinado y penetrante, esa admirable oficina central con grandes instalaciones tecnológicas, donde se reciben en un minuto millares de mensajes captados por tus cinco sentidos, y que sin demora se despachan. ¿Para qué esperar, entonces, la ayuda de otros? ¡Que Panchito te soplará la lección de historia! ¡Que el tío de tu madrina te ayudará a conseguir un gran empleo! Quien así saca fáciles cuentas en su juventud, no reportará gran provecho ni a la sociedad ni a su patria.

Los mahometanos tienen un proverbio interesante: “El mundo entero pertenece a Dios; pero Dios lo alquila a los valientes”. En otras palabras: el joven no debe esperar inactivo la suerte de cazar protecciones, sino que ha de fraguar sobre el yunque, con duro trabajo, la carrera de su vida, según lo dice Horacio: "Multa tu lit fecitque puer, sudavit et alsit" / “Mucho sobrellevó e hizo el joven; mucho sudó y jadeó”. Únicamente el que se haya metido con tenacidad en la cabeza que vencerá, y que aun después de resultados ineficaces, ya que nadie puede evitarlos, emprende el trabajo una y otra vez con vigor creciente, vencerá de veras.

Por lo tanto, lo principal no es la suerte, ni siquiera el talento brillante, sino el ánimo perseverante y obstinadamente tenaz en el trabajo.

Las orillas del mar de la vida están llenas de tristes náufragos que, a pesar de su gran talento, estaban faltos de fuerza de voluntad, de valentía y de perseverancia; mientras que otros con menos talento, pero con voluntad inquebrantable, bogan a velas desplegadas hacia el término del viaje.



(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)



No hay comentarios: