miércoles, 12 de diciembre de 2012

VERDADES AMARGAS DE LA VIDA....PERO QUE NO MARCAN

VERDADES AMARGAS
poemas [ ]
por Ramón Ortega [RAMÓN_ORTEGA ]

Yo no quiero mirar lo que he mirado
a travéz del cristal de la experiencia,
el mundo es un mercado en que se compra
amor, voluntad y conciencia.

Amigos... es mentira... no hay amigos,
la verdadera amistad es ilusión,
ella cambia, se aleja y desaparece,
con los giros que da la situación.

Amigos complacientes sólo tienen
los que disfutan de ventura y calma,
pero aquellos que abate el infortunio,
sólo llevan tristezas en el alma.

En éste laberinto de la vida,
donde tanto domina la maldad,
todo tiene su precio estipulado,
amores, parentesco, y amistad.

El que nada atesora, nada vale,
en toda reunión pasa por necio;
y por nobles que sus hechos sean,
lo que alcanza es la burla y el desprecio.

Lo que brille nomás tiene cabida,
aunque brille por oro lo que es cobre,
lo que no perdonamos en la vida
es el cruel delito de haber nacido pobre.

La estupidez, el vicio y hasta el crimen
pueden tener su puesto señalado,
las llagas del defecto no se miran
si las cubre un diamante bien tallado.

La sociedad que adora su deshonra,
persigue con sáña al criminal,
más, si el puñal es de oro,
enmudece el juez...y besa el puñal.

Nada hermano es perfecto, nada afable,
todo está con lo impuro entremezclado,
el mismo corazón con ser tan noble,
cuántas veces se encuentra enmascarado.

Que existe la virtud... yo no lo niego
pero siempre en conjunto defectuoso,
hay rasgos de virtud en el malvado
y hay rasgos de maldad en el virtuoso.

Cuándo veo a mi paso tanta infamia
y que mancha mi planta tanto lodo,
ganas me dan de maldecir la vida,
ganas me dan de maldecirlo todo.

Porque ceñido a la verdad estoy,
me dieron a libar hiel y veneno,
hiel y veneno en recompensa doy.

Y si tengo la palabra tosca,
en estas lineas oscuras y sin nombres
doblando las rodillas en el polvo,
pido perdón a Dios, pero no al hombre.



martes, 4 de diciembre de 2012

“MUCHOS PROFETAS Y REYES QUISIERON VER LO QUE VOSOTROS VEIS AHORA”


Libro de Isaías 11,1-10.

Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces.


Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor -y lo inspirará el temor del Señor-. El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir: juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.

La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas.

El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá; la vaca y la osa vivirán en companía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que el buey.

El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora, meterá la mano el niño apenas destetado.

No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar.

Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada.


“Muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis ahora”

San Alfonso Maria de Ligorio (1696-1787), obispo, fundador de los Redentoritas, doctor de la Iglesia


Tercera meditación para la Novena de Navidad

Consideremos que después de tantos siglos, tantos deseos y oraciones, el Mesías, al que ni los patriarcas ni los profetas vieron, "el Deseado de las naciones" (Ag 2,7 Vulg), el Deseo de las colinas eternas, nuestro Salvador, vino por fin: "nació, se nos dio por entero" (Is 9,5).

El Hijo de Dios se hizo pequeño para darnos su grandeza; se nos entregó, con el fin de que nosotros nos entregáramos a él; vino a demostrarnos su amor, con el fin de que respondamos al suyo con el nuestro. Acojámoslo pues con afecto, amémoslo, recurramos a él en todas nuestras necesidades...

Jesús vino bajo la apariencia de un niño, para mostrarnos su gran deseo de colmarnos de sus bienes. Entonces "en él están encerrados todos los tesoros" (Col. 2,3); su Padre celeste "lo ha puesto todo en sus manos" (Jn 3,35; 13,3). ¿Deseamos la luz? Ha venido a alumbrarnos. ¿Deseamos más fortaleza, para resistir a nuestros enemigos? Vino a fortalecernos. ¿Deseamos el perdón y la salvación? Vino a perdonarnos y salvarnos. ¿Deseamos en fin el don supremo, el don del amor divino? Ha venido a abrasar nuestros corazones. Por todo esto se hizo niño: quiso mostrársenos en un estado muy pobre y muy humilde, para desterrar de nosotros todo temor y ganar mejor nuestro afecto...

Todos los niños provocan el afecto de quien les ve; entonces ¿quién no amará con gran ternura a un Dios hecho niño, alimentado con un poco de leche, tiritando de frío, pobre, despreciado, abandonado, lloroso y gimiente en un pesebre, sobre paja? Este espectáculo empujaba a san Francisco a exclamar: "¡Amemos al Niño de Belén!" Venid, cristianos, venid a adorar a un Dios hecho niño, que se ha hecho pobre por nosotros, un Dios todo amor, bajado del cielo para dársenos por entero.









lunes, 26 de noviembre de 2012

EL DEMONIO DEL DINERO

En circunstancias normales, antes de la Primera Guerra Mundial, los estudiantes no tenían mucho que ver con el dinero. Sus padres ganaban, sus padres gastaban por ellos, y los muchachos, con suerte, tenían algunos pesos con los que podían permitirse algunos antojos.


Pero hoy vivimos tiempos extraordinarios. La locura, la caza del dinero, el auri sacra fames ha ya cautivado muchas almas de estudiantes. Estudiantes jóvenes emprenden especulaciones, corren tras el dinero, y no hace mucho que se suicidó un estudiante en Budapest porque no pudo pagar sus pérdidas en la Bolsa. ¡Qué espantosa tragedia! Creo, pues, muy oportuno escribir aquí algunos pensamientos acerca del dinero.

Yo quisiera que tuvieses concepto cabal de lo que vale. No se puede vivir sin dinero, es verdad; pero no lo es menos que vivir tan sólo por el dinero, no es vida humana. La caza del dinero no puede ser fin digno de la vida humana, ya que el dinero es sólo medio para la obtención de los bienes más elevados de la vida. Y, por desgracia, son también hoy muchos los que queman incienso al becerro de oro, como los judíos idólatras en el desierto, y también hoy en muchos círculos de la sociedad, se valora al hombre de esta manera: “¿Ves? Éste tiene auto y 1.000 hectáreas de tierra”. Ante ti, amado joven, lo principal será siempre esto: “¿Ves? Es un hombre honrado de pies a cabeza”.

Un hombre rico dijo en el lecho de muerte: “He trabajado durante cuarenta años como un esclavo para labrar mi fortuna; los años que me restaban de vida los he empleado en guardarla como un policía, y, ¿qué he recibido en cambio? Comida, casa y vestido”. Tiene razón San Bernardo: “La fortuna la conseguimos con fatigas, la guardamos con pesares y la perdemos con dolor”.

¿Qué? ¿Entonces no está permitido crearse una fortuna con honrado esfuerzo? Claro que sí. Pero quien adquirió una copiosa fortuna con la que podría hacer tantas obras buenas a favor de sus prójimos que sufren, y las omite, este tal no tiene perdón de Dios. Según la enseñanza sublime de Jesucristo, sólo está permitido amontonar grandes bienes, si con ellos hacemos obras de misericordia.

No hay que ser comunista, ni es necesario negar el derecho de propiedad para conceder, que las enormes fortunas de hoy no ha podido amontonarlas un solo individuo; muchos obreros las regaron con su sudor. Por lo mismo, se debe invertir algo de tales fortunas en el bien común, a favor de la humanidad. Noblesse oblige “Nobleza obliga”, es un proverbio que muchos conocen y practican. Pero la riqueza obliga también; obliga a prestar auxilio, a portarse con generosidad. Graba en tu alma las sabias palabras del emperador Constantino El Grande: “Depende del destino el ser emperador; pero si el destino te colocó en un trono, esfuérzate entonces para responder bien a tu divinidad”.

Te lo ruego, pues, encarecidamente, hijo mío. Si Dios te deparó padres poderosos, esfuérzate por injertar cuanto antes en tu alma el espíritu cristiano, que es espíritu caritativo y social. “El corazón se endurece más a prisa en la riqueza que el huevo en el agua hirviente”. (Burne) ¡Hijo del dueño de una fábrica, de un gran industrial!: piensa sólo que mientras en la caja de tu padre entran gruesas rentas mensuales, muchos miles de miembros sudan para ello en las entrañas de la tierra al débil resplandor de una linterna; cuántos obreros están junto a los hornos encendidos y a las ruedas de máquinas en continuo movimiento; cuántos caen víctimas de una desgracia, durante el trabajo pesado y difícil. Y a todos ellos los esperan en casa su familia, sus esposas y sus hijos, muchachos como tú, pero a quienes les falta muchas veces el pedazo de pan.

Si tales pensamientos viven en tu alma, encontrarás medios desde ahora para ayudarlos una y otra vez según tus posibilidades, y aún más, echará en ti profunda solidez el serio pensamiento, y, ¡que por desgracia es hoy tan raro entre las personas acomodadas!, de que recibiste de Dios tu fortuna sólo a manera de préstamo, y que un día tendrás que rendir estricta cuenta de su empleo. Créeme, hijo: si este modo de pensar no fuera raro entre los ricos, ¡y sin embargo es doctrina característica del cristianismo!, se podría resolver en un solo día la cuestión social tan peligrosa y que amenaza con un derrumbamiento completo.

Preguntaron una vez a un rico que había sabido abrirse camino a costa de grandes luchas, cómo pudo reunir tanta fortuna. Así contestó el rico: “Mi padre me inculcó profundamente que no debía jugar antes de acabar el trabajo; no gastar el dinero antes de poder ganarlo”.

Palabras sencillas al parecer, pero llenas de profunda sabiduría. ¡No derrochar el dinero que no has ganado! El que gasta el dinero ganado por otro, no puede llamarse todavía independiente, no es hombre acabado. Naturalmente, entre estudiantes no hay más remedio; ellos viven del dinero de sus padres. Pero deben proponerse firmemente no gastar ni un céntimo en cosas triviales. Ni menos comprar nada a crédito, es decir, no han de gastar hoy el dinero que sólo tendrán mañana, o pasado mañana.

Gasta siempre menos de lo que juntas con tu renta. Muchos hombres están descontentos, no porque no ganan, sino porque no saben frenar sus pretensiones. Grandes propietarios, dueños de inmensas fortunas, se volvieron pobres, sin un techo que los abrigara, porque no cumplieron esta regla. Y no quisiera creer, lo que Walter Scott pone en boca de uno de sus personajes históricos: “Ejecutó más alarmas el dinero sin filos, que cuerpos la espada cortante”. Por otra parte hombres de mediana fortuna pueden vivir honradamente y sin pesares, si conocen el arte de la economía.

Hay muchos jóvenes que no saben manejar el dinero. Si pasan ante una pastelería, ante una tienda de fotografías, de deportes o de música o ante un cine, cada cual según sus gustos, y tienen dinero en su bolsillo, no pueden dominarse. Estos muchachos en vano tendrán cuando sean hombres rentas de millones; nunca estarán satisfechos y nunca tendrán dinero, porque toda su fortuna se derretirá entre sus manos, como la nieve al primer rayo de sol.


(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)



lunes, 19 de noviembre de 2012

¿QUIERES PRESTARME..… ?

Otra prueba decisiva del carácter del joven es la manera de procurarse dinero, ahorrarlo y gastarlo. Haz lo posible en la vida para no tener que pedir dinero prestado. Es difícil devolverlo después. Por lo menos debes aprender que, quien todavía no gana, sino que vive de lo ganado por otro, no tiene derecho nunca a pedir prestado. Prepara su propia perdición quien se acostumbra a préstamos.


“Las deudas dan a luz seres terribles. Mentira, vileza, conciencias degradadas, hipocresías, todo esto pueden producir. En las caras abiertas y francas, marcan muy pronto las arrugas. Clavan el puñal hasta el corazón del hombre honrado”. (Jerold)

Quien contrae deudas, es esclavo en cierta medida: hipoteca su libertad. Si no has pagado a tiempo, ¡cómo temes encontrarte con tu acreedor!... Bajas la cabeza y tienes que humillarte. Más vale acostarse con hambre, que levantarse con deudas. Porque tiene razón el dicho: “El saco vacío no se aguanta” y “a lomos de la deuda cabalga la mentira”.

No suele ser la bendición la compañera del dinero prestado. Es un hecho comprobado por la experiencia, que los hombres manejan el dinero prestado con más ligereza, que el ganado con el sudor de su trabajo. No pidas por lo tanto dinero prestado ni lo des tampoco.

En casos excepcionales, cuando se trata de necesidades verdaderas, naturalmente puedes prescindir de la regla: pero harás un favor a la mayoría de los que te piden dinero, si rechazas su demanda. Si se enfadan, no te pese; no eran modelos de amistad. Porque nunca debe poner a un buen amigo en una situación tan embarazosa, como es necesariamente la relación ingrata que se entabla entre un acreedor y el que le debe.

Se cuenta sobre un caso muy interesante de un viejo filósofo persa, a quien preguntó un joven monje: “¿Qué he de hacer? Los hombres me estorban muchísimo. Me quitan los minutos más preciosos”. El anciano contestó: “Presta algo a los pobres, pide algo prestado a los ricos, y verás que no te molestan más”.

¡Cuántos robos, engaños, estafas, degradaciones y suicidios se habrían evitado, si aquellos infelices no hubiesen manejado el dinero con ligereza en su juventud!


(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)



sábado, 10 de noviembre de 2012

“SHEMA ISRAEL”

Deuteronomio 6,2-6
Hebreos 7,23-28
Marcos 12,28b-34

La voluntad de Dios encuentra su máxima y definitiva expresión en el doble mandamiento evangélico del amor a Dios y al prójimo, el cual da sentido y unidad a toda la existencia cristiana y es al mismo tiempo el mejor antídoto contra la casuística farisea de la ley y el espiritualismo etéreo que descuida el compromiso concreto en la vida. Hoy Jesús nos ofrece la clave fundamental para cumplir la voluntad de Dios, que “vale más que todos los holocaustos y sacrificios” (Mc 12,33): el amor íntegro a Dios como único Señor y el amor activo y desinteresado hacia el prójimo.

LA PRIMERA LECTURA (Dt 6,2-6) recuerda que los mandamientos de la antigua alianza no eran normas opresoras y caprichosas impuestas por Yahvéh, sino expresión de su voluntad concreta de vida y de felicidad para Israel. El pueblo era llamado a vivir en una relación de amor y de fidelidad con el Dios que le había liberado de la tierra de la esclavitud, y en la medida en que cumplía los mandamientos de la ley conservaba su existencia y su libertad (vv. 2-3). El conocido texto del “Shemá” (vv. 4-6), que el piadoso israelita recita diariamente, resume toda la ley. El mandamiento “Escucha, Israel” expresa la condición del pueblo y el sentido de su vocación, que es obedecer totalmente a la palabra de Dios. Así como Yahvéh es “Uno”, es decir, no está dividido en multitud de formas como los dioses cananeos, el pueblo está llamado a amarlo con amor único, indivisible y total. Del hecho de que el Señor sea uno y único deriva el imperativo de amarlo con la totalidad de la persona: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (v. 5). Del amor a Dios se pasa casi espontáneamente al cumplimiento de los preceptos: “Guarda en tu corazón estas palabras que hoy te digo” (v. 6). Pero no se abandona la esfera de la interioridad. El vínculo entre los dos aspectos (amor a Dios y cumplimiento de los mandamientos) se afianza en “el corazón”. El amor al Señor con todo el corazón se manifiesta en el conservar sus palabras en el propio corazón. De nada serviría conocer y escuchar “las palabras que hoy te digo”, si no descienden primero al corazón, para ser meditadas con amorosa inteligencia y conservadas en la memoria, de forma que lleguen a convertirse en el principio que mueve y guía todos los pensamientos y acciones.

LA SEGUNDA LECTURA (Hb 7,23-28) presenta a Cristo como la síntesis y la perfección de los diversos aspectos del sacerdocio. A la contingencia y temporalidad de los sacerdotes de la antigua alianza, se opone la eternidad del sacerdocio de Cristo (v. 25); a su debilidad humana se contrapone su total santidad (v. 26); a su insuficiencia se opone su unicidad y totalidad (v. 27). Precisamente por eso la eficacia salvadora de Cristo es absoluta, mientras que el sacerdocio del Antiguo Testamento participaba de la impotencia, debilidad e incapacidad salvífica de la ley.
EL EVANGELIO (Mc 12,28-34) pertenece al conjunto de relatos polémicos con el que se concluye el ministerio de Jesús en el evangelio de Marcos. Jesús ha llegado finalmente a Jerusalén y se enfrenta con los representantes del judaísmo oficial en una serie de controversias religiosas sobre temas fundamentales de la fe. En el texto que se lee hoy un “maestro de la Ley” le pregunta: “Maestro, ¿cuál es el primer mandamiento de todos?” (Mc 12, 28). La pregunta refleja una de las preocupaciones más grandes del judaísmo de la época de Jesús, que buscaba afanosamente establecer un “principio unificador” de las distintas formulaciones de la voluntad de Dios.

Los grandes maestros judíos intentaban encontrar y proponer una pauta que diera unidad a toda la revelación divina en su aspecto normativo. Y esto desde hacía ya muchos siglos. Basta recordar el intento del profeta Miqueas en el s. VIII a. C., el cual quiere sintetizar en una frase toda la voluntad de Dios para el hombre: “Se te hace saber, hombre, lo que es bueno, lo que el Señor pide de ti: tan sólo respetar el derecho, amar la fidelidad y obedecer humildemente a tu Dios” (Miq 6,8). El maestro Hillel, 20 d.C., había propuesto este principio unificador: “No hagas al prójimo lo que a ti te resulta odioso, esto es toda la ley. El resto es sólo explicación”. Igualmente, un siglo después, el famoso maestro judío Akiba, comentando Lv 19,18 (“ama a tu prójimo como a ti mismo”), afirma: “este es un gran precepto y un principio general de la ley”. No es exacto afirmar que para la tradición judía los 613 preceptos (miswôt), de los cuales 365 eran negativos y 248 positivos, eran colocados todos al mismo nivel. Además de la distinción jurídica y formal entre preceptos graves y secundarios, pequeños y grandes, generales y específicos, siempre existió en Israel la preocupación por encontrar un principio que diera unidad a la voluntad de Dios manifestada en tantas normas y establecer un cierto orden y jerarquía.
La novedad del evangelio no consiste, por tanto, en el hecho que establezca como principio unificador el valor supremo del amor. Esto se repite a menudo en la tradición bíblica y fue enseñado sin cesar por los maestros judíos. Cuando Jesús afirma que el primer mandamiento es “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Mc 12,30), hace referencia al núcleo esencial del credo religioso del israelita piadoso que recita dos veces al día el Shemá: “Escucha Israel, Yahvéh es nuestro Dios, Yahvéh es uno. Amarás a Yahvéh, tu Dios, con todo tu corazón...” (Dt 6,5) (primera lectura). Jesús retoma el fundamento de la fe de Israel y lo propone a sus discípulos como el primero y el más importante de los mandamientos: el amor íntegro y total a Dios como único Señor. La originalidad de la propuesta de Jesús se encuentra sobre todo en la segunda parte de su respuesta, donde define el segundo mandamiento con una fórmula bíblica, tomada del “código de santidad” del libro del Levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18). Jesús se refiere al mandamiento del amor al prójimo colocándolo al mismo nivel que el primero, en cuanto pertenece a la misma categoría de principio unificador y fundamental: “No hay mandamiento más importante que éstos” (Mc 12,31).
La perspectiva de totalidad y de radicalidad que asume el amor de Dios y del prójimo, como principio unificador de vida, queda confirmada por la respuesta del escriba, el cual afirma que esta doble vertiente del amor “vale más que todos los holocaustos y sacrificios” (v. 33). El amor propuesto por Jesús no es una simplificación de los mandamientos de la ley, sino la clave de toda la ley. Él no quiere presentar una normativa compuesta de dos preceptos primarios en relación con los otros, sino más bien ofrecer la perspectiva de fondo con la cual vivir toda la ley. Sólo el amor a Dios y al prójimo da sentido y valor a las acciones humanas; sólo en el amor la religiosidad es una experiencia razonable y humanizante. El interés de Jesús no es simplemente construir una escala de valores, sino llevar al hombre a la raíz y a la esencia de toda experiencia religiosa y ética: el amor íntegro a Dios como único Señor y el amor activo, misericordioso y desinteresado hacia los demás.

Monsenor Silvio Jose Baez
Obispo Auxiliar de Managua

viernes, 2 de noviembre de 2012

LA MUERTE DE JESÚS EN EL EVANGELIO DE MARCOS (Marcos 15,33-39; 16,1-6)

 (Marcos 15,33-39; 16,1-6)


El relato de la muerte de Jesús en el evangelio de Marcos es de una densidad teológica impresionante. Desde el mediodía hasta media tarde, en el momento en que Jesús muere, las tinieblas cubren la tierra (v. 33). Para algunos autores, esta oscuridad simboliza la dimensión cósmica y escatológica de la muerte salvadora de Jesús; para otros, en línea más profética-apocalíptica es un signo premonitor del juicio divino; otros opinan, probablemente con más razón, que las tinieblas son símbolo de la presencia oculta de Dios, Señor de la luz y de las tinieblas (cf. Is 45,7; Sal 139,11-12). Dios estaba en la cruz de Jesús (luz), aunque Jesús no percibió su presencia (tinieblas). Es la paradójica revelación de la cruz: Dios se hace presente como ausente.

A media tarde Jesús grita: “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?” (v. 34). Por una parte, expresa su dolor por sentirse abandonado por Dios. En la Biblia, ser abandonado por Dios es reconocer que Dios no ha intervenido para salvar. Dios no ha auxiliado a su Hijo en el momento extremo de la muerte. Al mismo tiempo, Jesús proclama su confianza ilimitada invocando a Dios en medio de aquel silencio aterrador: “Dios mío, Dios mío”. Jesús grita su angustia como diálogo con Dios y su dolor lo expresa en una oración que proclama su infinita confianza.

Su grito es, por una parte, reconocimiento del abandono; por otra, reconocimiento de la presencia del Dios que parece ausente. Experimentar a Dios como ausente es también una forma de relacionarse con él. La relación de Dios con Jesús no se interrumpe, aun cuando Dios parece desaparecer. Jesús muere con una fe perfecta, abandonándose sin reservas en Dios su Padre, en medio de la oscuridad de la muerte y con un “por qué” sin respuesta en sus labios. Una respuesta anticipada al misterio de esta muerte, se escucha en los labios del centurión: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (v. 39).

El día de pascua, cuando las mujeres entran al sepulcro, descubren que Jesús no está allí. Ha ocurrido algo que escapa a los sentidos humanos y al control del hombre. Por eso es necesario escuchar una palabra del cielo, porque sólo Dios puede revelar el evento: “No tengáis miedo. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí, ved el lugar donde lo pusieron “ (v. 6). Este es el fundamento último de nuestra fe: el condenado y crucificado es el Viviente, el que ha muerto en un gesto de obediencia al Padre y de amor a sus hermanos los hombres vive por siempre y es el dador de vida. Y quienes viven en comunión con él y le siguen por el camino del evangelio, participan con él de su muerte y también de su resurrección: "Yo soy la resurrección. El que cree en mí aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás" (Jn 11,25-26).


+Mons. Silvio José Báez, o.c.d.
Obispo Auxiliar de Managua



viernes, 26 de octubre de 2012

EVANGELIO según SAN LUCAS 12,54-59 : Discernir los signos de nuestro tiempo

Del Beato Juan Pablo II
Encíclica “Dives in Misericordia” § 15 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana rev.)

DISCERNIR LOS SIGNOS DE NUESTRO TIEMPO

La Iglesia tiene el derecho y el deber de recurrir al Dios de la misericordia “con poderosos clamores”(He 5,7). Estos poderosos clamores deben estar presentes en la Iglesia de nuestros tiempos... un grito que implore la misericordia en conformidad con las necesidades del hombre en el mundo contemporáneo... Dios que es fiel a sí mismo, a su paternidad y a su amor. Y al igual que los profetas, recurramos al amor que tiene características maternas y, a semejanza de una madre, sigue a cada uno de sus hijos, a toda oveja extraviada, aunque hubiese millones de extraviados, aunque en el mundo la iniquidad prevaleciese sobre la honestidad, aunque la humanidad contemporánea mereciese por sus pecados un nuevo « diluvio », como lo mereció en su tiempo la generación de Noé.

Recurramos al amor paterno que Cristo nos ha revelado en su misión mesiánica y que alcanza su culmen en la cruz, en su muerte y resurrección. Recurramos a Dios mediante Cristo, recordando las palabras del Magnificat de María, que proclama la misericordia “de generación en generación”. Imploremos la misericordia divina para la generación contemporánea...

Elevemos nuestras súplicas, guiados por la fe, la esperanza, la caridad que Cristo ha injertado en nuestros corazones. Esta actitud es asimismo amor hacia Dios, a quien a veces el hombre contemporáneo ha alejado de sí ha hecho ajeno a sí, proclamando de diversas maneras que es algo “superfluo”. Esto es pues amor a Dios, cuya ofensa-rechazo por parte del hombre contemporáneo sentimos profundamente, dispuestos a gritar con Cristo en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,24). Esto es al mismo tiempo amor a los hombres, a todos los hombres sin excepción y división alguna: sin diferencias de raza, cultura, lengua, concepción del mundo, sin distinción entre amigos y enemigos.





lunes, 22 de octubre de 2012

FRENTE A LA SUERTE

En el retrato de todos los grandes hombres se podrían inscribir estas palabras: “Supo querer”. A Santo Tomás De Aquino le preguntó su hermana: “¿Qué he de hacer para alcanzar la salvación eterna?” “Querer” – fue su lapidaria respuesta.


El joven no debe acobardase desalentado ante las dificultades, sino que debe mirar de frente los obstáculos que le cierran el paso. Por más nublado que esté el cielo, llega a salir el sol. Y por más crudo que sea el invierno, ha de llegar un día la primavera.

Los jóvenes nunca tienen que sentirse derrotados. Para los jóvenes, el trabajo, para los viejos, el descanso. Pero no desmayes jamás. Y adelante, con valentía, contra las dificultades. Muchas veces nos imaginamos las empresas mucho más difíciles de los que suelen ser. Y sin embargo, lo dice muy bien un proverbio inglés: “Nunca llueve tan fuerte como parece desde la ventana”.

Mira cuán sabiamente pensaba ya el pagano Séneca en este punto: Adversarum ímpetus rerum viri fortis non vertitanimun (1) “La desgracia no quebranta al hombre valiente”. Calamitas vistutis occasio est (2) “La desgracia es ocasión para la virtud”. Ignis aurum probat, miseria fortes viros (3) “El fuego sirve de prueba al oro, la miseria a los hombres fuertes”.

La historia de los grandes hombres ofrece en abundancia ejemplos muy alentadores. Hubo muchos que parecían tener conjuradas contra sí todas las fuerzas. Miles y miles de obstáculos se levantaban contra sus planes; pero ellos opusieron con noble ardor su voluntad de acero al sinnúmero de dificultades y vencieron. Donde la primavera es continua y la naturaleza siempre benigna, los hombre son indolentes y sin energías.

Ya he recordado antes qué calvario hubo de sufrir Cristóbal Colón yendo y viniendo con su plan por las cortes de Europa durante dieciocho años y cuántas intrigas se movieron contra él. Y gracias a su entusiasmo ideal, a voluntad tenaz, pudo vencer por fin todos los estorbos y emprender su gran viaje. ¿Sabes cuántos años tenía entonces? Cincuenta y ocho. Otros a esta edad ya se jubilan. Él, sólo entonces, puso mano al gran ensueño de toda su vida.

Beethoven, el gran músico, estaba casi completamente sordo cuando compuso su obra más excelsa, su obra maestra.

Moisés, el gran libertador de los judíos, no sabía hablar sino con dificultad; pero con la ayuda de Dios y con el humilde reconocimiento de su flaqueza, se hizo jefe del pueblo.

Por lo tanto, ¡no seas pesimista! No digas: “En vano emprendo cualquier asunto, nací con mala estrella, nada me sale bien”. No digas, como muchos: “A quien tiene suerte, hasta su buey le da terneros, y el desgraciado siempre se rompe la cabeza”. Si te persigue la mala suerte, encárate con ella y no cejes. No te cruces de brazos.

“¡Es la suerte patrimonio de los tontos!” Con esto suelen consolarse los perezosos y fracasados queriendo decir así: “Yo, en cambio, soy muy listo”. Los hombres son tan vanos, que siempre suelen echar a otro la culpa de su desgracia, cuando se deberían culpar a sí mismos.

Escucha cómo se lamenta el perezoso, si un condiscípulo aplicado se sabe bien su lección: “Claro está. Ayer recibió un pago el señor profesor. ¡Ah!, ¡Si nosotros tuviéramos pagos que regalar!...”. Pero no reconocerá nunca que el otro es diligente y por esto adelanta, mientras que él es perezoso y por esto se queda rezagado.

Escucha las quejas de un comerciante contra su compañero: “¡Claro está; tiene ya dura la piel! Mientras no sienta titubeos ante los fraudes grandes o pequeños, ante un engaño…”. Pero nunca concederá que el otro es quizás más diligente, más hábil y tiene menos pretensiones que él; no admite que el otro se abra camino, no por medio del pecado, sino por la virtud, con ánimo tenaz en el trabajo, con habilidad, con fuerza incansable, con previsión; y que él fracasa, no porque sea honrado, sino porque además es inhábil, cómodo, tal vez porque despilfarra las cosas con ligereza y no se preocupa de su negocio.


(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)

(1) Prov. 2.
(2) Prov. IV. 6
(3) Prov. V. 8



¡FUERA LOS ALPES!

En la vida de Napoleón encontramos un ejemplo excelente del gran poder que tiene la incontrastable voluntad para vencer increíbles dificultades. Cuando conquistaba países uno tras otro e imponía su yugo a los pueblos, le dijeron que Los Alpes cortaban el camino a su ejército. Y él contestó con tranquilidad: “Entonces, ¡fuera Los Alpes!”. Y en una región por donde antes no se podía dar un paso, trazó el célebre camino del Simplón. ¡Titánica fuerza de voluntad! Y si esta voluntad de acero se hubiera equiparado con una adecuada rectitud de alma y hubiese vencido su egoísmo inconcebible, es bien seguro que tan gran espíritu no hubiese llegado a la tragedia. Pero en él puedes aprender a querer con fuerza.


En la puerta de un castillo medioeval no hay más que esta sola palabra: Decrevi “Lo he decretado”. ¡Qué varón de férreas energías debió habitar en aquel castillo para escoger este magnífico lema! “Lo he decretado” – y ya está. “Venga lo que viniere…, pero lo haré”. Tú también debes ver, y antes de todo, tu objetivo con claridad. Pero una vez que te hayas propuesto algo…, o vencer o morir.

¿Qué quieres ser, un gusano que se arrastra en el polvo o un águila vigorosa? ¿Arrastrarte continuamente por el polvo del “quisiera”, debatirte sin fuerza, o bien lanzarte activo, cual águila, a las alturas transparentes? La vida corona tan sólo a los héroes, y en la cabeza de los soñadores, de los cobardes, coloca un gorro de bufón. Ad augusta per angusta. “Los senderos que guían a las alturas son estrechos”.

Cuando Petöfi, el 14 de marzo de 1848, escribió su célebre poesía (1), el original no empezaba con las palabras “¡En pie, húngaro; te llama la patria!”, sino “¡Adelante, húngaro, te llama la patria”. Uno de sus amigos dijo entonces a Petöfi: “No está bien así. Antes se ha de poner en pie al húngaro y sólo después se le podrá instigar: “Adelante, trabaja por la patria”. Y Petöfi cambió enseguida la magnífica poesía.

Tú también ponte antes de pie en medio de los deseos cómodos de los muchos “quisiera”, “me gustaría”; y después adelante. ¡Hazlo! ¡Quiérelo! ¡Trabaja!

Y no te des por satisfecho por los lamentos: “Soy débil, no podré lograrlo”.


(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)



lunes, 8 de octubre de 2012

CONSEJOS PARA VIVIR SIN ESTRES

Doña Estelita Montaño de De la Torre, es una señora muy particular, tiene 89 años, más los que siempre se quitó, o sea que ya está rayando el centenario.


Activa, autosuficiente aún, y sobretodo, muy, muy lúcida, dice que le ayuda el que todos los días se toma un vaso de tequila o de cerveza.

Ella vive en el centro de Saltillo, Coahuila.

Y un día, escuchando a su nieta comentar lo mal que estaban las cosas en su vida, en su trabajo, en su matrimonio, en el mundo, etc. etc., se acercó y le dijo:

"Mira, mija, pa´que dejes de andar quejándote, te voy a dar unas cuantas sugerencias pa' que vivas bien, y no nomás sobrevivas...  ¡Mírame a mí, estoy en la flor de la vida y me sigo riendo !

1.- Agradece por todo
No te quejes; da gracias a Dios porque estás, porque sigues y porque vives. Solo piensa que a otra gente ya se la llevó... ¡la vida!

2.- Cuando puedas comer... come,
cuando puedas dormir... duerme,
cuando puedas disfrutar... disfruta,
cuando puedas trabajar ....trabaja,
y si aún puedes, échate unos traguitos, juega con los hijos, haz el amor o pónte a silbar, a cantar en la ducha, y dá gracias a Dios porque tienes salud.

No vivas quejándote:    ¡¡ayyy si hubieraaaa!, ¡¡ayyy cuánto les di...! ¡ayyy si tuviera...! ¡cuánto sacrificio!, ¡No, m'ijita, altas y bajas siempre han habido y siempre habrán!

3.- Si en la noche no puedes dormir, sí das vueltas en la cama,
pues párate y pónte a hacer algo: arregla una gaveta, plancha tu blusa para mañana, pónte a leer,
porque si te quedas acostada con los ojos abiertos, vas a pensar puras pendejadas... Y lo peor es que luego las haces. O sea...

4.- Los problemas grandotes, esos que son del mundo, y que se oyen en la televisión, "que sí se está calentando el planeta, que sí a tal país ya se le llevaron los dineros, que si los narcos.....", ¿esos, mija?, mándalos a la m........ ¡¡No los vas a arreglar tú!    Deja que los que pueden, los arreglen.
Pero, tú... ocúpate de los que se ven más chiquitos, esos que sí están en tus manos.

Despabílate, aunque sea a ratos, atiende esos, los demás ¡¡a la p…. madre!!!

5.- Si te dan... agarra todo lo que te den. Agárralo, aprovéchalo, así sea un beso o una pendejadita,
porque uno vive pensando que las cosas las genera uno, pero no sabe de qué forma llegan... ¡así que tú agarra y no te acorbades!

6.- ¡Ahhh! pero eso si...  ¡No agarres lo que no es tuyo!
Ni la bicicleta, ni la cartera, ni el dinero, ni el marido o el amante de otra. Lo ajeno respétalo, es de otra; cada quien tiene lo suyo, ¡lo que se gana y lo que se merece!

7.- Lo que hagas,  házlo con ganas, con muchas ganas y mucho gusto, y házlo bien o no lo hagas  y déjate de pendejadas,  olvídate de las envidias;  tú a lo tuyo porque no sabes cuánto vales...

8.- Cuídate de las "amigas" muy vivas y aléjate de las tontas, que también meten en líos. Fíjate bien como son... porque en este mundo las hay malvadas... aprende a conocerlas y nunca seas como ellas..

Ayuda y escucha a tus verdaderas amigas y no hables mal de la gente.
Ten tu orgullo, pero no seas arrogante ni prepotente.
Sé humilde, no agachada;
sé valiente, no imprudente.
Cuando ganes, sonríe y cuando pierdas, no armes un escándalo, pero si te dan ganas de llorar, llora.

9.- Nunca te preocupes por lo que no tienes, por lo que no puedes comprar.
Cuántas que tienen todo el dinero del mundo están en la cárcel, enfermas de la cabeza o guardadas en un hospital; siempre asustadas e inseguras... O tienen un marido pendejo y no son felices.

Tú tienes algo más valioso: tu familia y tu salud.

10.- Manda a la m....... a la muerte.  Que sea ella la que se preocupe por no poderte llevar,
y no seas tú ... la que se preocupe porque ya te va a llevar.

¿Así ? ¿O más claro?

Y, por último, mijita, si la vida te dá limones ...
tú pide... ¡tequila y sal !
!!qué limonada, ni qué mierda!!_

LA MARAVILLOSA VEJEZ

No cambiaría mi amada familia,  ni a mis sorprendentes amigos, ni mi maravillosa vida, por menos cabellos canosos y un estómago plano.

Estoy en mi derecho de ser un poco desordenada, ser extravagante y oler las flores.

He visto algunos queridos amigos irse de este mundo, antes de haber disfrutado la libertad que viene con  hacerse viejo.

Me siento orgullosa por haber vivido lo suficiente para que mis cabellos se vuelvan grises y por conservar  la sonrisa de mi juventud, antes de que aparezcan los surcos profundos en mi cara.

Cuando se envejece, es más fácil ser positivo. Te preocupas menos de lo que los demás puedan pensar.

Ahora bien,  con sinceridad puedo decir:

¡Me gusta ser vieja,  porque me ha dado mi libertad!

Me gusta la persona en la que me he convertido.  No voy a vivir para siempre, pero mientras esté aquí,
no perderé tiempo en lamentarme por lo que pudo ser,   o preocuparme de lo que será.

“LO HE INTENTADO TODO..… EN VANO”

“Lo he intentado todo… en vano”


Muchos de desalientan y descorazonan, porque no distinguen entre el serio querer y el simple desear. Muchos jóvenes se quejan: “¡Cuántas veces he querido corregirme! ¡Cuántas veces esto, aquello!, pero ¡en vano!, no lo he logrado”.

Y es que no lo quiso, no lo intentó: sólo se lo imaginó: que sería así o asá. “Quisiera enmendarme…”, pero nada hizo para ello. Hay una diferencia enorme entre el “quisiera” y el “quiero”. El primero es un soldado pintado, nadie se asusta de él, mucho menos le temen tus defectos. El otro es un poder vencedor del mundo, capaz de triturar todas tus faltas.

En una hermosa tarde de primavera, un estudiante trabajaba junto a la ventana de par en par y de repente se posó en su mesa un coleóptero. ¡Pobre animalito! Se cayó y quedó patas arriba. El muchacho comenzó a observarlo. ¿Qué hará? Se revolvía, movía las patas, se meneaba, se debatía, pero no podía ponerse en pie. Es el “quisiera”. ¡Ah!, sí; si me quedo tendido me moriré de hambre; quizás me pisoteen. Luego con gran esfuerzo abre las dos alas, sobre las que había quedado tendido, saca sus rojizas alas membranosas, zumba, se mueve de nuevo… Ya se vuelve a un lado…, bien…, adelante…, es necesario, preciso, porque si no, me muero…; por fin ya está en pie…, y en el mismo instante ya vuela, triunfante, hacia las alturas, hacia nuevos horizontes. Es el “quiero”. El coleóptero se ha ido, pero de él puedes aprender cuál es la diferencia entre los lamentos del “quisiera” y el acento triunfal del “quiero”.

“Lo he intentado, ¡en vano!” No te enfades si lo digo sin rodeos: no es verdad; no lo has intentado. Te lo imaginabas tan sólo… “quizás o estaría mal probarlo”. Eres uno de los muchos que sólo son hombres a medias, ¡son tan numerosos en el mundo!, que no se atreven a dar inexorablemente con puño de acero en el núcleo vital de sus pasiones, sin lo cual nadie puede librarse de la estrecha jaula de los deseos instintivos.

“Lo he intentado”. Pero entonces, ¿por qué seguías mirando de reojo el fruto vedado que querías despreciar? Lo sabes. Por una triste experiencia sabes muy bien, cuán amargo gusto dejaron estos frutos en tu boca; y, a pesar de todo, te pesa dejarlos. ¿Por qué ibas cediendo un poquito, pero algo cada día, de tus buenas resoluciones, concebidas con noble entusiasmo?

¿Habría descubierto Colón América, si hubiese dado entrada al menor desaliento por el fracaso de sus primeras tentativas? ¡Cómo iba pordioseando de país en país, en busca de ayuda económica para su viaje! Se reían de él por todas partes, lo tenían por aventurero, por visionario, pero él se aferró resueltamente a sus propósitos. Tenía bastantes motivos para creer que, más allá del continente conocido no podía ser todo mar, sino que debía de haber más tierra; y emprendió el gran viaje, cuando sus contemporáneos pensaron que no lo verían más.

Ni tam difficile, qod non solertia vincit, “No hay obstáculo que no se pueda vencer con habilidad”.

Escoge la frase que tiene el escudo de Seeland, una provincia de Holanda. Este trozo de tierra, en su mayor parte, está por debajo del nivel del mar. Debe luchar continuamente contra las aguas. El océano llegó a cubrirlo varias veces, y, a pesar de todo, en sus armas ostenta las palabras de triunfo: Luetor et emargo “He de luchar, pero siempre quedo a flote”.

(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009

martes, 25 de septiembre de 2012

“MI MADRE Y MIS HERMANOS, SON AQUELLOS....... ”


Evangelio según San Lucas 8,19-21.


Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.

Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte".

Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".



Comentario del Evangelio por :


Papa Benedicto XVI

Discurso del 26/02/2009 al clero diocesano de Roma (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)


“Mi madre y mis hermanos, son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”

María es la mujer de la escucha. Lo vemos en el encuentro con el ángel y lo volvemos a ver en todas las escenas de su vida, desde las bodas de Caná hasta la cruz y hasta el día de Pentecostés... En el momento del anuncio del ángel podemos ver ya la actitud de escucha, una escucha verdadera, una escucha dispuesta a interiorizar: no dice simplemente "sí", sino que asimila la Palabra, acoge en sí la Palabra. Y después sigue la verdadera obediencia, como una Palabra ya interiorizada, es decir, transformada en Palabra en mí y para mí,... Así la Palabra se convierte en encarnación.

Lo mismo vemos en el Magníficat. Sabemos que es un texto entretejido con palabras del Antiguo Testamento. Vemos que María es realmente una mujer de escucha, que en el corazón conocía la Escritura. No sólo conocía algunos textos; estaba tan identificada con la Palabra, que en su corazón y en sus labios las palabras del Antiguo Testamento se transforman, sintetizadas, en un canto. Vemos que su vida estaba realmente penetrada por la Palabra; había entrado en la Palabra, la había asimilado; así en ella se había convertido en vida, transformándose luego de nuevo en Palabra de alabanza y de anuncio de la grandeza de Dios...

Es evidente que la Virgen es palabra de la escucha, palabra silenciosa, pero también palabra de alabanza, de anuncio, porque en la escucha la Palabra se hace de nuevo carne, y así se transforma en presencia de la grandeza de Dios.













JUDITH 15,8-14;16,13-14

Dios se ha complacido en lo que ha hecho.


Judit 15, 8-10.14; 16, 13-14

En aquellos días, el sumo sacerdote, con el Consejo de ancianos y los habitantes de Jerusalén, vinieron a contemplar los bienes que el Señor había hecho a Israel, y a ver y saludar a Judit.

Llegando a su presencia, todos a una voz la bendijeron diciendo: “Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres la alegría de Israel, tú eres el orgullo de nuestra raza. Al hacer todo esto por tu mano, has procurado la dicha de Israel, y Dios se ha complacido en lo que has hecho. ¡Bendita seas del Señor omnipotente por los siglos infinitos!”.

Y todo el pueblo respondió: “¡Amén!”.

Judit entonó, en medio de Israel, este himno de gracias, y todo el pueblo repetía sus alabanzas: “Cantaré a mi Dios un cantar nuevo. ¡Tú eres grande, Señor, eres glorioso, admirable en poder e insuperable! Sírvanle las criaturas todas, pues hablaste tú y fueron hechas, enviaste tu Espíritu y las hizo, y nadie puede resistir a tu voz”.

Palabra de Dios.


REFLEXIÓN


Una mujer que en todo momento supo estar a los pies del maestro

El texto de Judit expone la bendición que ella recibe tanto del pueblo como de los principales del pueblo. La alabanza es hermosa y tiene que ver con la gloria, alegría y orgullo de un pueblo por uno de sus miembros valientes y decididos. Cuando las cosas se hacen buscando el querer de Dios, entonces el resultado es la alabanza y el reconocimiento de que Dios se complace en las obras realizadas por sus criaturas. Así sucede también con María, Dios se complace en ella, en su humildad, en su valentía y en todo su actuar. Como María sepamos también nosotros acoger su palabra, realizar las obras de justicia que la palabra nos inspire y elevemos como Judit y María nuestro himno de alabanza el Dios creador y Señor de todo.

Del texto de san Juan extraemos la entrega que Jesús hace de su madre al género humano y la acogida pronta de Juan, en quien estamos representados todos si escuchamos la voz del Señor. Discípulo es quien, a los pies del maestro, escucha su enseñanza y la hace vida en toda su existencia; pero, más todavía, es discípulo el que escucha al maestro a los pies de la cruz y cumple con prontitud su palabra, como Juan que desde aquel momento acoge a la madre de Jesús en su casa. Al celebrar a María no sólo sintamos el gozo de una madre que acompaña el caminar, sino de una mujer que supo cumplir hasta el final la palabra que había escuchado.

¿Sabemos reconocer y alabar las obras que hacen los otros en nombre de Dios? ¿La escucha de la palabra de Jesús nos motiva a actuar con prontitud y decisión?

La devoción a la Virgen María, bajo la advocación de la Merced, se desarrolló desde los albores de la evangelización de América Latina, gracias a la labor de la Orden Mercedaria.

En el Ecuador, la Virgen de la Merced ha sido invocada con gran fervor desde el tiempo colonial hasta nuestros días, pasando por los de la independencia, y especialmente con ocasión de los movimientos telúricos.

En 1851 la Convención Nacional reconoce a la Virgen de la Merced como patrona y celestial protectora de la ciudad de Quito. En 1861, la Nueva Asamblea extiende ese Patronato a toda la república, afianzándose particularmente la devoción en las provincias del litoral ecuatoriano, por lo cual ha sido declarada especialmente patrona por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.







NO TENGO SUERTE


Muchos jóvenes, si han fracasado en la escuela, desanimados suspiran: “Es inútil; no tengo suerte”. Y si alguno de sus compañeros adelanta, en seguida tienen preparado el veredicto: “¡Claro! Siempre tiene suerte este tipo”.


Y sin embargo, el éxito no es tan sólo cuestión de suerte; y quien de la suerte espera el éxito, en vano esperará con la boca abierta el pollo asado, trinchado y servido. El que quiera lograr algo en la vida, no haga reproches a la suerte, sino tome la ocasión por los pelos y no la suelte.

¿No tienes toda una cuadrilla de obreros que trabaja para ti? Ahí están tus dos brazos vigorosos, tus diez dedos hábiles, tus pies incansables, tus ojos agudos, tus oídos despiertos…, todos ellos están dispuestos a trabajar para ti. Y tienes además tu cerebro refinado y penetrante, esa admirable oficina central con grandes instalaciones tecnológicas, donde se reciben en un minuto millares de mensajes captados por tus cinco sentidos, y que sin demora se despachan. ¿Para qué esperar, entonces, la ayuda de otros? ¡Que Panchito te soplará la lección de historia! ¡Que el tío de tu madrina te ayudará a conseguir un gran empleo! Quien así saca fáciles cuentas en su juventud, no reportará gran provecho ni a la sociedad ni a su patria.

Los mahometanos tienen un proverbio interesante: “El mundo entero pertenece a Dios; pero Dios lo alquila a los valientes”. En otras palabras: el joven no debe esperar inactivo la suerte de cazar protecciones, sino que ha de fraguar sobre el yunque, con duro trabajo, la carrera de su vida, según lo dice Horacio: "Multa tu lit fecitque puer, sudavit et alsit" / “Mucho sobrellevó e hizo el joven; mucho sudó y jadeó”. Únicamente el que se haya metido con tenacidad en la cabeza que vencerá, y que aun después de resultados ineficaces, ya que nadie puede evitarlos, emprende el trabajo una y otra vez con vigor creciente, vencerá de veras.

Por lo tanto, lo principal no es la suerte, ni siquiera el talento brillante, sino el ánimo perseverante y obstinadamente tenaz en el trabajo.

Las orillas del mar de la vida están llenas de tristes náufragos que, a pesar de su gran talento, estaban faltos de fuerza de voluntad, de valentía y de perseverancia; mientras que otros con menos talento, pero con voluntad inquebrantable, bogan a velas desplegadas hacia el término del viaje.



(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)



miércoles, 19 de septiembre de 2012

QUIEN SE LEVANTA DE MAL HUMOR


También el alma tiene sus caminos atmosféricos. Algunas veces te inunda un océano de luz, de alegría; otras veces, sin saber tú mismo por qué, te agobia una niebla pesada, húmeda. Hoy te cunde el tiempo, tienes un buen día. Mañana basta un chubasco, el más leve contratiempo, un malestar pasajero, para ponerte de mal humor. “Se ha levantado de mal talante”, dicen los otros. “Estoy de mal humor”, repites tú mismo.


No hay duda. El humor no depende de nosotros, por lo tanto no somos responsables. Pero en cambio, de nosotros depende hacer todo lo posible para adueñarnos de nuestro mal humor y no dejarnos llevar en el cumplimiento de nuestros deberes a merced del humor, bueno o malo. Sí. Cuando estés de buen humor, aprovéchalo; entonces te será mucho más fácil el trabajo. Pero si sólo estudias cuando estás de buen humor, no harás nunca un trabajo minucioso. Y sobre todo, ¿qué será de ti más tarde, cuando te descuides en tus obligaciones oficiales, con el pretexto de que no tenías humor para ellas? Por tanto, quien no tiene ganas de hacer tal o cual cosa, sáquelas de donde pueda. Debe obligarse a sí mismo a trabajar. De buen grado o de mal grado. Lo mismo da. “Es mi deber, lo cumplo y en paz”.

“Pero – preguntarás acaso - ¿para qué sirve trabajo semejante?” ¿Para qué sirve? Tendrá el valor enorme de acostumbrarte al cumplimiento del deber. Y así, no será el humor dueño de tu voluntad, sino tu voluntad quien domestique al humor.

Aún más: hay que ser dueño del humor no sólo en el trabajo, sino aun en las relaciones sociales y en el modo de proceder. Aun estando de mal humor, no debes hacerlo sentir a los que te rodean ni mostrarlo con enfados, con cara larga, con descontento. ¡Cuántas veces tuvieron que arrepentirse los hombres, de palabras ofensivas y acciones precipitadas que cometieron sin premeditación, bajo la influencia de su mal humor! ¡Cuántas veces se nos escapan frases no pensadas, de las que sólo más tarde vemos cuán ofensivas eran para otros! “¡Dios mío! Pero yo no quería. No pensaba en las consecuencias que se pudiesen seguir”. Sí, sí; pero el pesar ya llega tarde.

La verdadera grandeza espiritual del hombre se muestra en las pruebas, en el peligro, en la desgracia. No desconfiar en medio de la desgracia; plantarse con la frente erguida de cara al mal y no abandonarse al desaliento, es virtud tan sólo del roble, de la roca y del alma grande. Lo mismo sucede en la lucha contra el mal humor.

En las oscuras profundidades del gran océano, donde nunca bajó un rayo de sol; donde la Naturaleza pierde el color; donde la temperatura está continuamente cerca de cero; donde el aire contenido en el líquido elemento es de poca densidad; donde el peso de la mole inmensa de agua viene a ser abrumador… en el ambiente lóbrego de este desolado cementerio, ¡es curioso el caso!, viven unos peces luminosos. De la energía radiante del sol, de la fuente de la luz, nada puede llegar a estos abismos, donde la eterna noche aterradora lo envuelve todo; ve ahí, que la sabiduría del Dios creador proveyó magníficamente hasta este lugar oscuro creando peces que, con su propio cuerpo, van haciendo de linterna. En los costados de algunos hay glándulas que brillan, como perlas; hay otros, que sobre su cabeza, tienen una especie de lente que junta la luz de las glándulas y a manera de reflector potente, la despide después multiplicada en el seno de las tinieblas. Hasta en el abismo más oscuro del océano vibra una vida inundada de luz, de destellos.

Si tienes orden en tu alma, nunca has de estar de mal humor, sombrío, desalentado. No te levantes jamás, “de mal talante”. Procura tener un humor jovial, expansivo, capaz de entablar una conversación con los pajarillos, y vence así tu mal temple. Y trata de ser sobre todo, fuente de vida, de alegría, de luz, de sol, cuando la tristeza, las dificultades económicas y las millares de preocupaciones de la vida penetran en tu hogar y echan acaso su velo negro sobre el alma de tus mimos padres.

"Post tenebras spero lucem" “Después de la lobreguez llegará la luz” (Job 17, 12). Después del mal tiempo brillará el sol.



(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)







martes, 4 de septiembre de 2012

MARIA, LA SIERVA AMADA

BENDITA ENTRE TODAS !!!


de Ministerio Mujeres en las manos de Dios, el Viernes, 28 de octubre de 2011, 10:22

LUCAS 1: 28

Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.

Hace muchos años se le llamo bendita y favorecida entre las mujeres a una mujer q sin ella pedirlo fue escogida de entre todas y fue encontrada gracia en ella nada mas y nada menos q para ser la mujer q llevará en su vientre al Salvador del mundo, al hijo de Dios, al Rey de reyes ¿ saben de quien hablo? De María… será que hoy en día ya no hay mujeres en quien Dios pueda encontrar gracia y llamarle bendita y favorecida entre todas…. ( todas las de tu colonia, Colegio, trabajo, universidad, familia, iglesia), ….. claro que ya no tendríamos el privilegio de ser la madre del hijo de Dios, pero seríamos llamadas “benditas entre todas las hijas de Dios”.si aprendieramos e imitaramos el carácter de esa mujer “María”.

** MARIA = La amada, su carácter: espiritualmente sensible, fiel y obediente a la voluntad divina

.Cómo podemos ser favorecidas y benditas entre las mujeres: Determinándonos a ser diferentes en todo lugar y en todo tiempo…..

** Dios inquieto mi corazón para hablar de María, porque es común en cada grupo de mujeres, ó charlas para mujeres oigamos hablar de: Deborah, Sara, Ruth, Ana y Ester, pero en María encontramos la mejor parte de c/u de ellas.

- Deborah= Fé y valor:

- Ruth = Amor.

- Ana = Perdón.

- Ester = Entrega.

Todo esto era parte de la personalidad de María “ La sierva amada” ¿ será que estos aspectos son inalcanzables… de ninguna manera, pués todas estas mujeres de las q hemos hablado, eran de carne y hueso como usted y como yo…

Quizás yo sea la menos indicada para llamarme bendita entre todas… pero si lucho día a día por practicar cada una de estas cualidades, segura estoy que hoy puedo ser la menos indicada, pero que seré la más exclusiva ante los ojos de mi REY.

** Es tiempo de rendirle nuestra vida al Señor como María, pero también es tiempo de levantarnos como Deborah.. con valor y con fé para llegar a reinar como Ester y recibir la gracia de Dios como Ana; es tiempo de amar como Ruth y… es tiempo que nuestra familia sea bendecida a través de nosotras como Sara.

** Así y solamente así seremos benditas y favorecidas entre todas.



Amén, amén y amén.



ADMINISTRANDO EL TIEMPO


¿Cómo lograr un programa óptimo del tiempo?, sería el tema a desarrollar. Las diferentes corrientes de la administración del tiempo han partido de un principio erróneo, el tiempo no se puede administrar, más bien, nosotros tenemos que administrarnos en relación al tiempo. Éste pasa inexorablemente, el aprovecharlo depende exclusivamente de nosotros, insisto, invertirlo o gastarlo, y para ello es necesario ubicarnos en los siguientes cuadrantes.










Cuadrante I

Urgente es todo aquello que tenemos que atender de inmediato, que no puede esperar, de lo contrario las consecuencia pueden ser adversas: pagar al personal, asistir al médico, una reunión de trabajo donde se tomarán decisiones importantes, ser testigo en una boda, celebrar el cumpleaños de la suegra, etc. El tiempo sigue corriendo y tenemos que apresurarnos pues él no nos va a esperar y los nubarrones se ciernen sobre nosotros, son los clásicos bomberazos, apaga fuegos, problemas en ese momento inevitables, que nos exigen una respuesta inmediata y el no hacerlo nos ubica como irresponsables.



Cuadrante II

Que por su importancia trasciende en forma significativa en el futuro, que puede ser a corto o largo plazo, provienen más de proyectos que de problemas, de prever en lugar de lamentar, de adelantarnos a los acontecimientos, el construir a tiempo el futuro, es la expresión más adecuada de “invertir el tiempo”. En este campo cae la educación de nuestros colaboradores, en la medida que invirtamos en su preparación tendremos menos fallas y, por lo tanto, menos problemas urgentes que atender; el fincar los principios y valores de la familia, el tener la presencia y la tutela oportuna de nuestros hijos nos evitará muchos dolores de cabeza; el solidificar y alentar la amistad nos darán amigos de por vida; el cuidar la salud nos evitará entrar al departamento de urgencias médicas; el invertir en nuestra preparación asistiendo a programas de desarrollo, en busca permanente del crecimiento intelectual, nos mantendrá en forma, para aprovechar las oportunidades. En la medida en que se invierte tiempo en el cuadrante II se disminuye la atención y presencia en el cuadrante de las urgencias; el tiempo que se dedique al crecimiento espiritual, enriqueciendo valores de orden superior, facilitará el manejo de las situaciones conflictivas y adversas, dotándonos de una fortaleza interior capaz de soportar las cargas más pesadas. En este cuadrante se ubican la definición de los objetivos a lograr, las estrategias para alcanzarlos, la misma definición de la misión existencial, y cuáles deben ser mis valores vertebrales, así como el tiempo que debo dedicar al desarrollo personal. En síntesis, en este cuadrante se ubican todas las tareas a realizar que trascienden en nuestras relaciones en el trabajo, pareja, familia, social y personal. Es el cuadrante vital para lograr nuestros propósitos nucleares y por ende, la plena realización.



Cuadrante III

Urgente y no importante. Un sinfín de ocupaciones que no tienen trascendencia alguna: críticas, chismes, interrupciones sin sentido, charla sin contenido, actividades que nos ocupan tiempo, pero que su impacto es nulo en beneficio propio y de los demás; cócteles, asistir a reuniones en las que se abordan temas sin fondo alguno, es un espacio que a mucha gente le gusta tener, cree que “hace y logra mucho”, aunque sin resultado alguno, y es urgente porque nos apremia o nos autopresiona el hacerlas, aun cuando quedemos frustrados, pues estamos haciendo lo que no deseamos y permanecemos donde no queremos estar, entramos al terreno de las ansias, de esa desesperación consciente o inconsciente que nos ubica en el mundo de los ansiolíticos, nos preocupamos de todo y nuestra salud empieza a sufrir daños considerables: taquicardia, úlcera, gastritis, etc. Es un cuadrante falso que puede llegar a ser mortal.



Cuadrante IV

No urgente y no importante. En este espacio ubicamos el hoyo negro de nuestra existencia, las formas mortales de gastar nuestro tesoro más preciado: el tiempo, que se fue por la cañería y que perdimos inútilmente y que, además nunca lo vamos a recuperar. La modernidad nos ha llevado a un consumo indiscriminado de información, la radio nos atiborra de información, pero al final de varias horas matutinas de noticias terminamos más confundidos, neuróticos y sin conclusión alguna. Aquí se ubica una de las drogas más nefastas que a diario recibe nuestro cerebro, la única droga que se enchufa: la televisión.



Miguel Ángel Cornejo
Fuente: Enciclopedia de la Excelencia
Compromiso para ser un líder
Tomo I, pág. 339

QUIEN ERES?

¿Quién eres?

Un aventurero en la vida cuyo único objetivo es dormir, comer y morir.

¿Quién eres? Alguien que recorre la vida como si fuera por una autopista que desea recorrer a velocidad vertiginosa hacia la muerte; vivir sin vivir, sin ningún sentido existencial.

¿Quién eres? Alguien que se cree inmortal, que deja pasar las oportunidades como si nunca fuera a morir, y lo que hoy deberías realizar sólo es esperanza de que mañana lo lograrás.

¿Quién eres? Un espectador pasivo sentado a la orilla del camino esperando que el destino te despierte.

¿Quién eres? Un ser inconforme del mundo actual dispuesto a ser un protagonista del cambio, aportando soluciones positivas, decidido a construir el mundo del mañana, capaz de arriesgarlo todo por hacer valer la verdad.

¿Quién eres? Un ser comprometido dispuesto a apostar la vida por realizar tus sueños, a caminar todos los días al encuentro de las oportunidades, a ejercer tu libertad confrontando y desafiando a aquellos que destruyen los valores fundamentales.

¿Quién eres? Un ser llamado a traspasar la barrera del tiempo para permanecer por siempre en el corazón de tus hijos, de tu pareja, de tu gente, en la memoria universal como un ser que cumplió en su tiempo su misión histórica; alguien que decidió ser hijo de Dios a través de sus acciones, entrega y amor.

Ése eres tú: el líder que el mundo necesita.



Miguel Ángel Cornejo
Fuente: Enciclopedia de la Excelencia
Estrategias para triunfar
Tomo III, pág. 1204

VALORES Y HABITOS

El arte de ser persona consiste en renovarse permanentemente.



Binomio del éxito: valores y hábitos

Cuántos objetivos y proyectos no se realizan simplemente por falta de tiempo o por no haber perseverado lo suficiente. La vida de los inconclusos, de los que no son capaces de terminar bien una tarea, son aquellos cuya característica principal es dejarlo casi todo a la mitad, y señalo casi todo, porque lo que sí logran plenamente, es mantenerse en la mediocridad y siempre tendrán una excelente justificación de por qué no lo lograron. En este pequeño estudio no pretendo dar un formulario mágico de actitudes para tener éxito, sino llegar a la parte nuclear del ser humano, de donde proviene todo nuestro existir y de lo cual depende lo que lleguemos a realizar: Los valores. Con base en ellos se marca la calidad de vida que tenemos y del futuro que nos espera, tema que he abordado en capítulos anteriores, pero debemos subrayar que son la fuente de nuestro ser y el complemento esencial son los hábitos, la forma como expresamos dichos valores, la destreza en la práctica, la aptitud de llevarlos al campo de la realidad. Son los hábitos los que expresan la riqueza o la pobreza de nuestro interior.

Somos lo que hacemos, si soy una persona afable y optimista sé que en el fondo vivo el valor de la alegría; si busco que mi trabajo sea de alta calidad, vivo el valor de la calidad; si soy una persona alerta a servir, estoy viviendo el valor del servicio; si soy una persona que mantiene aseado todo lo que me rodea, aprecio la limpieza; si me preparo constantemente valoro la superación; si llego a tiempo a todas mis citas es que para mí es importante la formalidad; si cuido de mi pareja, la procuro y la comprendo, es porque en el fondo sé que la amo, si ejerzo con responsabilidad mi paternidad, es que valoro profundamente a mis hijos; en fin, a través de mis acciones demuestro en la práctica los valores que poseo.

Valor es todo aquello a lo que le damos un significado que para nosotros es valioso, entonces la primera tarea es llenarnos de significados, de valores que apreciamos y debemos alimentarlos constantemente, como ya ha sido anteriormente comentado. Ahora el tema es el desarrollo de los hábitos de Excelencia.


Miguel Ángel Cornejo
Fuente: Enciclopedia de la Excelencia
Compromiso para ser líder
Tomo I, pág. 303

¿POR QUE EXISTO?

 Para hallar el camino debes saber a dónde vas.


Seguramente usted como yo queremos alcanzar nuestras metas, tener éxito en nuestras empresas, triunfar y vencer los obstáculos, conquistar anhelos y desafiar imposibles; seguramente querrá ya no ser un ser anónimo y mediocre, sino transformarse en un ser extraordinario.

Imagine usted por un momento que llega a un sepelio en el que curiosamente se dan cita sus seres más queridos e importantes, y para su sorpresa, al momento de mirar dentro del ataúd se da cuenta que es ¡usted!, y empieza a escuchar atentamente lo que dicen su pareja, amigos, colaboradores, hijos, parientes, en fin, hasta un representante de la sociedad a la que perteneció. ¿Es de su agrado lo que escucha?, ¿era lo que usted realmente deseaba lograr?, ¿ve realizada y concluida su misión? Es más, vayamos a los extremos, ¿si se muriera el día de hoy qué dirían? Piense que ya pasó un año, ¿opinan lo mismo?, y que ya pasaron 20 años, ¿realmente su obra trascendió? Esta pequeña reflexión nos invita a madurar cuidadosamente cuál es nuestra misión existencial y evaluar si llevamos o no la dirección correcta, muchas veces nos esforzamos demasiado sin sentido alguno.

Seguramente usted como yo deseamos una nación de Excelencia; un espacio que ofrezca un futuro promisorio para nuestros hijos; un pueblo que supere la miseria y la ignorancia; que erradique la corrupción y la injusticia; un suelo que sea campo fértil para quien, en uso de su propia libertad, encuentre su propia realización.

Es necesario detenerse, mirarnos a nosotros mismos, y con toda sinceridad cuestionarnos si vamos en la dirección correcta, y si es así adelante, está usted cierto de que está en el camino correcto, pero de lo contrario ¡de inmediato rectifique el rumbo!

Seguramente usted como yo queremos un país extraordinario; una tierra que ofrezca progreso a nuestras familias; una sociedad que garantice igualdad y desarrollo para todos; una economía productiva y creciente; una nación que sea reconocida por la calidad de sus productos y servicios, productos hechos por trabajadores que han tenido la oportunidad de descubrir sus potencialidades.

Seguramente usted como yo anhelamos un futuro lleno de felicidad; un pueblo con una clara visión de su destino; con una misión que nos permita amalgamarnos hacia un sueño de prosperidad; una patria forjada con los valores de orden superior, garantía de un tercer milenio de plenitud.

Seguramente usted como yo soñamos con un mundo nuevo; un mundo lleno de paz, solidario y generoso; una tierra en la cual reine el respeto a la vida y la dignidad del ser humano en una nueva cosmovisión y en un mundo sin fronteras; una hermandad global que erradique prejuicios de raza, nacionalidad y credo; una familia mundial responsable del hábitat que ocupa con individuos libres, creadores de una nueva civilización.

Más de 40 años de investigación en cien países en los cinco continentes nos han llevado a plantear la tesis que en esta obra tratamos de explicar y en la cual ha participado un grupo de más de cien investigadores de cultura interdisciplinaria, cuya única intención ha sido la de identificar el camino que nos permita alcanzar en el menor tiempo posible el proyecto de un mundo de Excelencia.

Gracias a ellos hemos podido construir y recopilar todas estas experiencias para consolidar un trabajo que consideramos puede llegar a ser el gran proyecto de un mundo nuevo.



Cordialmente,

Miguel Ángel Cornejo
Fuente: Enciclopedia de la Excelencia
Presentación
Tomo I, pág. XXXVIII

UN EXHORTO PARA DISFRUTAR LOS MEJORES ANOS DE NUESTRA EXISTENCIA


(No apto para menores de 50 años)

Afortunadamente tanto en la naturaleza como en los seres humanos, “despues de la tempestad viene la calma.”

Y quizá lo mejor de la juventud... es que ya pasó.

El cauce se transforma en una corriente de paz que se mueve lentamente, casi sin sentirlo, hacia esa infinita grandeza, profunda e incomensurable, que es el final de todos los viajes y adonde van a parar todos los ríos: el mar.

Esta etapa, queridos amigos, es la MADUREZ

¡Pues que sea bienvenida!

Al llegar la madurez cesan las dudas y las incertidumbres. Ya no es necesario hacer tareas ni desvelarse estudiando, correr tras el autobús por las mañanas, presentar agobiantes exámenes, pasear a la novia o preocuparse por conseguir empleo.

Definitivamente lo que íbamos a ser, ya lo somos.

Y lo que no íbamos a ser, ya no lo fuimos… ni lo seremos. No a estas alturas. De éso no hay duda.

¿Entonces para qué preocuparnos?

HOY es aquel futuro del cual estábamos tan temerosos AYER.

La conclusión entonces es que, como en la madurez ya no hacemos planes a largo plazo (ni debemos), es necesario que se empiecen a ver YA los resultados de todo aquello para lo que antes trabajamos, planeamos, ahorramos y nos preparamos a lo largo de la vida.

La conclusión entonces es que, como en la madurez ya no hacemos planes a largo plazo (ni debemos), es necesario que se empiecen a ver YA los resultados de todo aquello para lo que antes trabajamos, planeamos, ahorramos y nos preparamos a lo largo de la vida.

Ya no hay que seguir posponiendo más las cosas, ni hacer planes inalcanzables “para el futuro,”pues para nosotros, óiganlo bien.......El futuro ya está aquí

De manera que ya no esperen más. Mientras gocen de relativa buena salud y puedan moverse fácilmente todavía; mientras puedan comer y beber de todo y disfrutar de los atractivos de la vida, aprevéchenlos. Abran ya sus botellas de coñac francés y usen susvajillas de Bavaria y sus cubiertos de plata, pues ¿para cuándo los están guardando? Podría meterse un ladrón y vaciarles la casa,



¿y de qué les sirvió haber guardado todo por tanto tiempo?



Tampoco esperen ya ningún mañana brillante y glorioso, singular y perfecto. Si iban a comprarse “algún día” una lancha, una moto, un camper, una cámara digital, una computadora, y pueden hacerlo (y les gusta), ¡pues cómprensela ya!

Este es el momento preciso, no pierdan tiempo.

Y si estuvieron haciendo planes toda la vida para realizar algún viaje a Europa, a las Cataratas del Iguazú, a Hawaii, a Alaska, a China o a la Patagonia, pues antes de que otra cosa suceda, como una devaluación, una operación repentina o un infarto...

¡VÁYANSE YA!    ¿Qué esperan?

En lo personal, y por lo que a mi respecta, ciertamente descubrir el arribo de la madurez me ha fascinado y me llena de gozo. Estoy gratamente impresionado. ¡Nunca imaginé que fuera así!

Con inusitado asombro descubro día a día nuevas sorpresas y satisfacciones que nunca soñé que existieran.



LAS ABUELAS.........

LAS ABUELAS SON LAS VOCES DEL PASADO Y LOS EJEMPLOS DEL PRESENTE.



ELLAS NOS ABREN LAS PUERTAS AL FUTURO.


SI HUBIERA SABIDO LO HERMOSO QUE ES TENER NIETOS, … LOS HUBIERA TENIDO PRIMERO.

NO ENVEJECEMOS CON LOS AÑOS :

JUNTO A LOS NIETOS RENACEMOS CADA DÍA.

HAY MUCHÍSIMAS MANERAS DE SOSTENER UN NIÑO EN BRAZOS, Y TODAS SON CORRECTAS, … PERO LOS BRAZOS DE LA ABUELA SON TAN ESPECIALES …


TUS HIJOS SON TÚ MEJOR INVERSIÓN. TUS NIETOS, LOS DIVIDENDOS.


¡¡ DISFRÚTALOS, HAS CORRIDO MUCHOS RIESGOS PARA LLEGAR HASTA AQUÍ !!



Y, ¿SIN SACRIFICIOS?




Bien, ¡todo esto es muy hermoso! ¡Tener carácter! También yo quiero tenerlo. ¡Llevar una vida ideal! También yo lo deseo. Pero, ¿no habría para esto un camino más fácil? ¿No hay de veras más que este único camino para llegar a tener carácter? ¿No sería posible alcanzarlo más barato, sin sacrificios?


No; aquí no se puede regatear. “Quien quiera venir en post de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”, dice Nuestro Señor Jesucristo (Mt 16, 24). Quién quiera estar con el Señor, en su reino celestial, no ha de abandonarlo a Él, ni siquiera en el camino pedregoso de la cruz.

Pero dime, amado hijo, ¿qué cosas hay ahora en el mundo que se den “gratis”? Nada, absolutamente nada. Mira cómo sufren los hombres, cómo trabajan por su efímera vida terrena, haciendo día de la misma noche. Y tú, ¿quisieras lograr precisamente tu gran tesoro, tu carácter, completamente “de regalo”?

“¡Qué bien estás!”, suspira alguno que otro joven al contemplar a su amigo en el goce de las diversiones. ¡Qué bien hallado está quien toma la vida ligeramente! ¡Cuántas alegrías debe tener aquel muchacho que sólo baila y se divierte...!

¡Cuán engañado andas, hijo! Si pudieses penetrar con tu mirada en un corazón que sólo salta en pos de los placeres terrenos, ¿qué cosas descubrirías en él? Tú crees hallar allí alegría, satisfacción, y no hay más que vacío o una sonrisa forzada. Tiene razón la Sagrada Escritura: “Los impíos son como un mar alborotado” (Is 57, 20). Son el juguete de la tempestad de las pasiones y su alma queda nublada, aun cuando el huracán les deja un poco de regocijo.

Mira qué opinión tiene en este punto un célebre filósofo inglés, John Stuart Mill: “De quien nunca se priva de una cosa lícita, no se puede esperar que rehúse todas las prohibidas. No dudamos que llegará tiempo en que se acostumbre a los niños y a los jóvenes a la ascética sistemática, al ejercicio de la abnegación, y, como en la antigüedad, se les enseñe, cómo han de negar sus deseos, cómo han de afrontar los peligros y cómo han de sufrir dolores por su propia voluntad”.

Por esto la religión católica establece la abnegación, el ejercicio de la voluntad, la austeridad.

¿Austeridad? “¡Uf!” – piensas. Es porque te han llenado la cabeza con que la austeridad o ascética significa mortificación, extirpación de las alegrías de la vida.

Pues, mira. El significado originario de la palabra “ascética” (del griego ascesis), es “elaboración fina”. Los griegos entendían por tal aquella vida de preparación, de pulimento y de sacrificio, con que se disponían los atletas al certamen, para poder aprovechar en el grado más elevado las fuerzas latentes de su cuerpo.

También el carácter es el resultado de una lucha, de un combate, de un certamen. La fina elaboración de nuestro propio ser, no brindará buen resultado sin ejercicio, y nuestra religión sacrosanta ordena precisamente la práctica del sacrificio para darnos ayuda en la educación de nuestra alma.

Sin sacrificios y abnegación, no hay éxito grande en esta tierra. Y tú, ¿quisieras llegar en tren de lujo al mayor de los éxitos: la nobleza de carácter?

Ya sabes, cuando alguien se prepara para el campeonato, el entrenamiento debe tener dos direcciones. Por una parte ejercitarse día tras día, hasta el agotamiento.

Supongamos, que va a tomar parte en un concurso de remo. Se levanta al alba. Se encamina a pie hasta el club de regatas. Se sienta en la canoa y rema y suda todos los días. Curtido por el sol, sudando a mares, quebrantado, sale después de tres horas, para empezarlo todo de nuevo al día siguiente, y en los días sucesivos, semanas y semanas.

Por otra parte lleva una vida muy moderada y se abstiene de todo placer. Casi no se atreve a comer mucho para mantenerse en buen estado físico. No puede fumar. Le están prohibidas las bebidas alcohólicas. Todas las noches debe acostarse temprano.

Y, ¿para qué toda esa abnegación? Por una medalla de plata y por la gloria de ser campeón. Y a ti, ¿te pesa la lucha para conseguir el carácter?

Y fíjate: hay otro pensamiento interesante. En la vida todo el mundo debe hacer sacrificios; la diferencia consiste tan sólo en el motivo del porqué se hace. ¿Conoces, por ejemplo, algún avaro? ¡Cuán miserablemente vive, cómo cuenta los últimos céntimos! Casi no come, su vestido es harapiento, no se atreve a dar un paseo para no deteriorar sus zapatos. Ahoga todos sus deseos; vive sin alegría y sin amigos. Y todo esto, ¿para qué? Para amontonar fortuna. El avaro sacrifica su personalidad, su alegría, su honor por el dinero. ¡Nadie diga que esto no es sacrificio! Pero, ¿no valdrá la pena realizarlo por fines más elevados, mil veces más nobles?

Mira al codicioso. ¡Cuánto corre! Está de pie desde la mañana hasta la noche, no tiene un momento de descanso. ¿Por qué? Por el dinero.

Mira al vanidoso. ¡Con qué atrevimiento pone en juego hasta su misma vida, con tal de alcanzar celebridad!

¡Cuántas noches pasa sin dormir, cuánto se mueve, cuánto suda el que va de fiesta en fiesta! ¿Podría sacrificarse sólo una mitad para ayudar a su prójimo?

“En todo hombre hay un santo y un criminal” – dijo el orador francés, Lacordaire. El criminal va adquiriendo fuerzas en tu interior por sí mismo, y crece aunque no lo cuides. Pero si el santo ha de adueñarse de ti, es necesaria una labor perseverante y dura: la educación de sí mismo.

Ciertamente, sin lucha, no adelantarás un paso. Quien desea labrar una estatua, ha de quitar mucho del tosco bloque de mármol; y quien quiera moldearse a sí mismo y hacer una obra maestra de su persona, ha de pulirse sin descanso.

Una hermosa estatua no se labra en breve tiempo; pero aún es más difícil dar la última mano al carácter. Para ello se necesita un trabajo perseverante y metódico. Adopta tú también el lema de Carlos V: “Plus Ultra” “¡Aún más!” ¡Aún más allá!

Le preguntaron a Zeuxis por qué trabajaba con tanta diligencia en sus cuadros. “Porque trabajo para la eternidad” – contestó. Amado hijo, tú trabajas de veras para la eternidad cuando pules tu alma. Y, ¿encontrarás excesivo el trabajo?

(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)



martes, 28 de agosto de 2012

EL COMBATE DEL ALMA

En el alma, pues, hay una lucha continua entre el bien y el mal. En cierta edad, en los años del desarrollo, esta lucha es extremadamente ruda; más tarde se atenúa un poco; pero nunca podemos decir que ya ha llegado a su fin.


¿Quién lucha en nosotros y contra quién?

Apenas tenías cinco o seis años, y ya sentiste los primeros movimientos del enemigo. Sentiste algo en ti que te empujaba hacia el mal. Un peso de plomo, que te hundiría en el abismo, sin fondo, de la ruina moral. Una terrible herencia, que nuestra religión cuenta entre las consecuencias del pecado original y le llama: inclinación al mal.

Esto, hijo amado, es conveniente que lo sepas. Debes saber que, por su naturaleza, el hombre se inclina más al mal que al bien. Esto lo conoces de sobra por tu propia experiencia.

¡Cuántos obstáculos se levantan en el camino de la formación ideal de nuestro carácter! Conocemos aquellos ideales sublimes que Nuestro Señor Jesucristo fijó a la vida humana, y por lo tanto también a mi propia vida; sentimos entusiasmo por sus divinas enseñanzas, quisiéramos vivir según ellas…

Pero, ¡ay…! Observo al mismo tiempo dentro de mí un persistente choque, trágico y pavoroso. El bien agrada; pero el pecado tiene aún más incentivos. La vida ideal me atrae hacia las alturas, pero el pecado tira hacia abajo. Me gustaría subir volando a las cimas nevadas de la vida ideal, pero la tentación del pecado ya me abruma con peso de plomo. Dime, hijo, ¿nunca tal vez has visto en ti esta gran lucha, este combate, esta guerra sin cuartel, que un niño de primera enseñanza, en su lenguaje ingenuo expresó de esta manera?: “¿Cómo es tan bueno el ser malo, y tan malo el ser bueno?”.

Pues bien, hijo mío, el que en esto triunfa, es un joven heroico.

¿O es que hay jóvenes no heroicos? Por desgracia ¡los hay! Y, ¡cuántos! Va un estudiante por la calle y el otro le pincha… ya le levanta el puño y empieza la riña: no es héroe; sólo aquel que sabe refrenar su naturaleza, sus malas inclinaciones, es héroe.

Es héroe quien vuelve la espalda, si al ir por la calle choca su mirada con un anuncio de mal gusto o con un cuadro inmoral de alguna vitrina.

Si has ofendido a alguien, ¿sabes pedirle perdón inmediatamente? Es heroísmo muchas veces.

Por más que te seduzca el pecado, ¿sabes permanecer firme en el honor? ¡Esto es heroísmo!



(Mons. Tihamér Tóth, “El Joven de Carácter”, Nueva Edición, 2009)



domingo, 26 de agosto de 2012

"SENOR, ¿A QUIEN IREMOS? TU TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA"

Evangelio según San Juan 6,60-69.


Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?".

Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza?

¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?

El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.

Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.

Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".

Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.

Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?".

Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.

Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".


Leer el comentario del Evangelio por :

San [Padre] Pio de Pietrelcina (1887-1968), capuchino

Epistolario 3, 980; GF, 196s

«Tú tienes palabras de vida eterna»

Ten paciencia y persevera en la práctica de la meditación. Al principio conténtate con no adelantar sino a pasos pequeños. Más adelante tendrás piernas que no desearán sino correr, mejor aún, alas para volar.

Conténtate con obedecer. No es nunca fácil, pero es a Dios a quien hemos escogido. Acepta no ser sino una pequeña abeja en el nido de la colmena; muy pronto llegarás a ser una de estas grandes obreras hábiles para la fabricación de la miel. Permanece siempre delante de Dios y de los hombres, humilde en el amor. Entonces el Señor te hablará en verdad y te enriquecerá con sus dones.
Ocurre a menudo que las abejas, al atravesar los prados, recorren grandes distancias antes de llegar a las flores que han escogido; seguidamente, fatigadas pero satisfechas y cargadas de polen, vuelven a entrar en la colmena para realizar allí la transformación silenciosa, pero fecunda, del néctar de las flores en néctar de vida. Haz tú lo mismo: después de escuchar la Palabra, medítala atentamente, examina los diversos elementos que contiene, busca su significado profundo. Entonces se te hará clara y luminosa; tendrá el poder de transformar tus inclinaciones naturales en una pura elevación del espíritu; y tu corazón estará cada vez más estrechamente unido al corazón de Cristo.





viernes, 24 de agosto de 2012

EL ROSARIO.......SON COSAS DE MAMA....!!!!!!




Se cuenta que San Pedro, muy preocupado al notar la presencia de algunas almas a las cuales no recordaba haberlas hecho pasar al cielo, se puso a investigar y encontró un lugar por donde entraban.

...Fue entonces ante el Señor y le dijo:

-JESÚS, HABIENDO OBSERVADO QUE HAY AQUÍ ALGUNAS ALMAS A LAS QUE NO RECUERDO HABERLES ABIERTO LAS PUERTAS PARA QUE ENTRARAN A GOZAR DE LA ETERNA FELICIDAD, HICE ALGUNAS INVESTIGACIONES Y HALLÉ UN HUECO POR DONDE ENTRAN. YO QUISIERA QUE LO VIERAS...
Aceptó Jesús acompañarlo y vió que del hoyo descubierto colgaba hacia la Tierra un inmenso Rosario por donde constamente subian muchas.   Alarmado le dijo San Pedro:   -CREO, SENOR, QUE DEBEMOS CERRAR ESA ENTRADA DE.......    -NO,NO , le respondio Jesus, DEJALO ASI!......ESAS SON COSAS DE MAMA.....!!!!!!!  

"VEN Y VERAS" SAN JUAN 1,45-51

Evangelio según San Juan 1,45-51.



                   San Bartolome 


Catacumbas de Sta. Tecla, bajo la ciudad de Roma


                                                                                 Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de   Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret".

Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". "Ven y verás", le dijo Felipe.

Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez".

"¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".

Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".

Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía".

Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".



Comentario del
Papa Benedicto XVI


Audiencia general del 4•10•06

“Ven y verás”: el apóstol Bartolomé – Natanael encuentra al Hijo de Dios

Tradicionalmente, el apóstol Bartolomé se identifica con Natanael. Este Natanael venía de Caná (Jn 21,2) y es pues, probable, que haya sido testigo del gran signo que Jesús hizo en este lugar (Jn 2, 1-11). La identificación de los dos personajes viene, probablemente, motivada por el hecho de que este Natanael, en la escena de la llamada que narra el evangelio de Juan, se encuentra al lado de Felipe, es decir, en el lugar que ocupa Bartolomé en las listas de los apóstoles que nos han dejado los otros evangelios.

A este Natanael, Felipe le había contado cómo habían encontrado “a aquél de quien hablan la ley de Moisés y los profetas: a Jesús, hijo de José, de Nazaret”. Como sabemos, Natanel le opone un prejuicio muy rápido: “¡De Nazaret! ¿Puede salir de allí algo bueno?” Esta especie de respuesta es, a su manera, importante para nosotros. En efecto, nos hace ver como, según las esperanzas judías, el Mesías no podía venir de un pueblo tan poco importante como Nazaret (cf Jn 7, 42). Pero al mismo tiempo, pone en evidencia la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas haciendo que le encontremos, precisamente, allí donde de ninguna manera le esperamos. Por otro lado, sabemos que Jesús no era, en realidad, exclusivamente “de Nazaret” sino que había nacido en Belén y que, al fin y al cabo, venía del cielo, del Padre que está en los cielos.

La historia de Natanael nos sugiere otra reflexión: en nuestra relación con Jesús no debemos contentarnos tan solo con palabras. En su respuesta, Felipe dirige a Natanael una invitación importante: “¡Ven y verás!”. Nuestro conocimiento de Jesús tiene necesidad, sobre todo, de una experiencia viva. Ciertamente es importante el testimonio de otro, pero, normalmente, toda nuestra vida cristiana comienza por el anuncio que nos llega gracias a uno o varios testimonios, más, enseguida, somos nosotros mismos quienes debemos estar personalmente implicados en una relación íntima y profunda con Jesús.